sábado, 16 de noviembre de 2013

Belle de Jour defiende a sus clientes

A once días de que el Parlamento francés se pronuncie sobre la proposición de ley socialista que promueve la penalización de los clientes de las prostitutas, el próximo día 27, las declaraciones, las tribunas y los manifiestos de todo orden se suceden sin descanso en los medios de comunicación y en las redes sociales en Francia. La última iniciativa procede de un grupo de una sesentena de artistas, que han hecho pública una petición en la que –“sin caucionar ni promover la prostitución”, dicen– demandan que no se penalice ni a las prostitutas ni a sus clientes y que se abra un debate “sin aprioris ideológicos”.

Impulsada por el cantante Antoine (seudónimo de Pierre Antoine Muraccioli) –uno de los firmantes del controvertido manifiesto de los 343 cabrones–, la petición ha recibido el apoyo, entre otros, de las actrices Catherine Deneuve –inolvidable en su papel de mujer casada que se prostituye en Belle de Jour, de Luis Buñuel–, Mireille Darc, Line Renaud y Chantal Goya, así como de los cantantes Alain Souchon, Thomas Dutronc y Raphael, según reveló ayer Le Point.

La petición cuestiona el principio mismo de la proposición de ley socialista, que amparada por el Gobierno –particularmente, por la ministra de los Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem– prevé suprimir el delito de incitación al sexo de pago, introducido en el 2003 por Nicolas Sarkozy y que sanciona a las prostitutas, y penalizar en cambio, con multas de 1.500 a 3.000 euros, a los clientes. Antoine, que se dice amigo de numerosas prostitutas, reivindica la libertad de ejercer esta profesión con una mínima protección legal y laboral.

Esta nueva iniciativa, aunque con fines similares, representa un contrapunto al manifiesto de los 343 cabrones, que en un tono abiertamente provocador enarbolaba la bandera de un machismo desacomplejado y consideraba la proposición de ley poco menos que como un ataque feminista contra la sexualidad masculina. El contenido de este manifiesto y la identidad de algunos de sus firmantes, de la órbita de la llamada “derecha desacomplejada”, ha desencadenado feroces ataques a través de las redes sociales –una página web bautizada 343 gilipollas invita a enviar tuits reprobadores a cada uno de los signatarios–, hasta el punto de que alguno de quienes estamparon su firma ha acabado retractándose, como el humorista Nicolas Bedos o el periodista Guy Konopnicki.

La penalización de los clientes de las prostitutas –una idea importada de Suecia– provoca en realidad más oposición de lo que algunas posiciones un poco floklóricas pudiera dar a entender. Así, un grupo de intelectuales encabezado por la filósofa feminista Elisabeth Badinter se ha pronunciado también en contra, alegando que la abolición de la prostitución es imposible, que los postulados ideológicos sobre los que se sustenta –a saber, que la sexualidad tarifada atenta contra la dignidad de las mujeres y que todas las prostitutas son víctimas– son discutibles y que la medida puede agravar la situación en la calle.

Por razones prácticas, se oponen también a la penalización de los clientes las organizaciones de salud pública como Médicos del Mundo, que temen una mayor clandestinidad de las prostitutas, e incluso la unidad de la Policía Nacional encargada de la represión del proxenetismo, que ve muy difícil su aplicación. 



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