lunes, 11 de noviembre de 2013

Francia desconfía de Irán

La desconfianza de Francia, que juzgaba insuficientes las concesiones aceptadas por Irán sobre su programa nuclear, fue determinante para frenar la conclusión de un rápido acuerdo el sábado en Ginebra entre Teherán y el grupo de 5+1 –integrado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania– para suavizar las sanciones internacionales a Teherán. Las negociaciones, cuyo contenido exacto se mantienen en secreto, deben reanudarse el próximo día 20.

Algunos diplomáticos occidentales reprocharon, bajo condición de anonimato, la postura poco flexible del ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, a quien atribuyeron un supuesto intento de hacer valer el papel de Francia en la recta final de las negociaciones. Pero fueron sobre todo los iraníes quienes señalaron con un dedo acusador a París. La prensa y algunos políticos iraníes criticaron ayer de forma unánime a Francia, a cuya actitud atribuyeron el fracaso de la negociación. Los franceses habrían actuado, a ojos de Teherán, al servicio de los intereses de Israel. Un grupo de empresarios iraníes, según informó la agencia de noticias IRNA, se reunieron para tomar represalias comerciales y buscar otros socios.

Que Francia no participaba del mal contenido entusiasmo de algunas de las delegaciones presentes en Ginebra lo mostró Laurent Fabius el sábado por la mañana en unas duras declaraciones realizadas a la radio France Inter, en las que mostraba su escepticismo. “Hay algunos puntos sobre los que no estamos satisfechos”, advirtió el jefe del Quai d’Orsay, quien añadió que en caso de que dichos puntos no fueran resueltos, el acuerdo no sería posible.

Los tres puntos claves para París son el cierre del reactor de agua pesada de Arak, actualmente en construcción y que permitiría a Irán fabricar plutonio para uso militar; la neutralización del stock de uranio enriquecido al 20% –nivel a partir del cual puede aumentarse rápidamente al 90%, para uso militar–, y la suspensión total del programa de enriquecimiento de uranio.

Laurent Fabius fue el primero en salir de la sala de negociaciones y en anunciar la imposibilidad de alcanzar un acuerdo en el estado actual de las conversaciones. “Todavía hay que trabajar para llegar a un acuerdo”, subrayó Fabius, que a pesar de todo constató ciertos “progresos”. Esta circunstancia, junto al tono más optimista utilizado por los titulares de las diplomacias de Estados Unidos, John Kerry; el Reino Unido, William Hague, y Alemania, Guido Westerwelle, contribuyeron a transmitir la idea de que Francia ha jugado aquí –de forma concertada o no– el papel del “policía malo”. Fuentes diplomáticas francesas citadas por France Presse relativizaban ayer esta percepción y aseguraban que similares reticencias a las francesas habían sido expresadas por las delegaciones de otros países.

En cualquier caso y ante el endurecimiento de las conversaciones, el presidente iraní, Hassan Rohani, advirtió que hay ciertas “líneas rojas” que su país no está dispuesto a franquear y subrayó que Irán “no renunciará a sus derechos nucllares”, lo que incluye el enriquecimiento de uranio.

La posición exigente de Francia respecto de Irán no es nueva. Ya Nicolas Sarkozy se había destacado durante su mandato por su línea de firmeza frente a Teherán y sus presiones sbre Washington para endurecer las sanciones internacionales contra Teherán. El relevo de Sarkozy por François Hollande en el Elíseo ha relajado un poco la posición de París, más abierto hoy a un compromiso, pero no ha alterado la posición esencial de los franceses.

Francia mantiene relaciones históricamente tensas con el régimen de los ayatolás, a quienes combatió a principios de los años ochenta poniéndose del lado de Saddam Hussein en la guerra entre Irán e Iraq. Posteriormente, la toma de rehenes franceses en el Líbano y la cadena de atentados en París en 1985 y 1986 acabó conduciendo a la ruptura temporal de relaciones diplomáticas. 



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