"Cuando se quiere, se
puede”. Este lema ha guiado, y sigue guiando, la larga y fecunda vida
del escritor francés de origen polaco Marek Halter. Profesor, pintor, editor,
este “judío del Gueto de Varsovia” –como él mismo se define– ha estado en todos
los combates en favor de la paz, particularmente en Oriente Medio, y por el
diálogo entre religiones, así como en la lucha contra el racismo y el
antisemitismo. Cofundador de Acción contra el Hambre y de SOS Racisme, a sus 77
años, la causa que concentra hoy sus energías es la aproximación entre judíos,
cristianos y musulmanes. Y en esta causa ha encontrado a un cómplice
fundamental en el imán de Drancy (banlieue de París),
Hassen Chalghoumi, un hombre moderado empeñado contra viento y marea en
construir puentes y en desmentir la imagen que asocia al Islam con el
extremismo y el terrorismo.
Halter y Chalghoumi están detrás de una iniciativa inédita.
Ambos, acompañados por otros ocho imanes de Francia, viajan hoy a Roma para ser
recibidos en audiencia pública por el Papa en la plaza de San Pedro. Los
religiosos musulmanes, miembros de la Confederación de Imanes de Francia (CIF)
–una organización que agrupa a imanes independientes–, quieren pedir al papa
Francisco que aborde, a través de la convocatoria de una conferencia
internacional, la reconciliación entre cristianos y musulmanes. “Para nosotros,
la visita es muy importante –dice el imán de Drancy–. Frente a lo que sucede en
Pakistán o en Kenya, nuestra presencia junto al Papa ofrecerá una imagen de
esperanza”.
La delegación, limitada a diez personas por falta de más
medios –el viaje lo realizarán en el avión privado del productor de cine
tunecino Tarak Ben Ammar, amigo de Halter–, será recibida después en la
embajada de Francia ante al Santa Sede y, a su regreso a París, se reunirá con
el ministro del Interior, Manuel Valls.
“Nos enfrentamos a una grave crisis moral y de valores, los
extremistas crecen en un lado y en otro, es el momento de actuar, de abrir un
verdadero diálogo entre cristianos y musulmanes”, prosigue Chalghoumi, con tono
pausado pero determinado. Nacido en Túnez hace 41 años, el imán de Drancy,
apóstol del diálogo también con los judíos, se ha convertido en la bestia negra
de los integristas, que le acosan y le profieres amenazas de muerte constantes.
Víctima reciente de una agresión en Túnez –antes había sido ya agredido en
Francia–, vive con protección policial, pero nada de eso le arredra. “Los
extremistas son una minoría”, sostiene, determinado a demostrar que el islam es
“tolerancia, respeto y amor”.
La visita al Papa no es la primera acción espectacular y a
contracorriente que Marek Halter y Hassen Chalghoumi emprenden juntos. Ambos
unieron por primera vez sus fuerzas en marzo del 2009, cuando organizaron una
Caravana por la Paz al territorio de Gaza, después de la ofensiva y posterior
retirada del ejercito israelí. Con ellos viajaban un rabino y un sacerdote.
“Allí por donde pasamos fuimos bien recibidos, no tuvimos ningún problema”,
relata Halter, quien añade: “Con la palabra se llega más lejos que con el
kaláshnikov”.
Tres años después, en marzo del 2012, se produjo el gran
shock. Un joven musulmán francés, Mohamed Merah, asesinó a siete personas en
Toulouse y Montauban, entre ellas a un adulto y tres niños de corta edad en una
escuela judía. Francia entera sufrió una conmoción. Y empujó de nuevo a Halter
y Chalghoumi a actuar. “Nos dijimos que hacía falta una respuesta fuerte”,
explica el escritor, que junto con su amigo y aliado reunió a 17 imanes
franceses y realizó un viaje a Israel. Los imanes se recogieron ante las tumbas
de los niños judíos asesinados en Toulouse –enterrados cerca de Jerusalén– y
visitaron el Memorial de la Shoah, donde rezaron una plegaria. Un gesto de una
gran carga simbólica.
El caso de Mohamed Merah, exponente de un fenómeno de
radicalización que se extiende entre los jóvenes musulmanes de las banlieues francesas, fue un aldabonazo para las
conciencias. Un toque de alerta. Para Halter y Chalghoumi, la señal de que
había que redoblar el diálogo para combatir la “estrategia del choque” de los
fundamentalistas. “Tenemos un grave problema en Europa, no sólo en Francia.
Hay una juventud muy frágil, por razones económicos y sociales, que es presa de
los extremistas fanáticos. Al Qaeda y otras organizaciones reclutan más en
Europa que en otras partes. A esta generación debemos mostrarle la fuerza del
diálogo y del respeto”, dice.
Mostrar, persuadir, convencer... Tarea ingente cuando se
piensa, como piensa Marek Hater, que “el racismo es inherente al hombre”.
“Odiar al diferente es una cosa natural. El amor al otro no es natural. Si lo
fuera, ¡Cristo no hubiera tenido razón de existir!”, argumenta. Pero con sus
actos, el viejo escritor de Varsovia y el imán de Drancy tratan de demostrar lo
contrario.
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