Los franceses, al menos
aquellos que más directamente están sufriendo el aumento de la delincuencia y
la inseguridad, han encontrado un nuevo héroe. Un héroe ambiguo y oscuro. Un
justiciero. Se llama Stéphane Turk, tiene 67 años y hace una semana su nombre
saltó a los medios de comunicación por haber disparado y matado a uno de los
atracadores que acababan de asaltar su joyería, en el centro de Niza. Imputado
por homicidio voluntario –la justicia no cree que tirara en legítima defensa–,
su inculpación ha generado una impresionante oleada de solidaridad en todo el
país, especialmente a través de las redes sociales. En tan sólo siete días, más
de 1,6 millones de personas le han expresado su apoyo a través de una página de
Facebook.
Faltaban pocos minutos para las nueve de la mañana
del miércoles 11 de septiembre. Stéphane Turk se disponía en aquel momento a
abrir su joyería, La Turquoise, un modesto establecimiento en el centro de Niza
–con el típico cartel de “Se compra oro”, bien visible en la fachada–, cuando
dos jóvenes armados con una escopeta y enmascarados con sus cascos de moto le
obligaron a entrar en el local y, con golpes y amenazas, le forzaron a abrir la
caja fuerte. Un atraco a mano armada más de los que se cometen cada día. Y que,
según datos avanzados por Le Figaro la víspera, han
aumentado en un 8,4% en el último año. A Turk ya le habían asaltado el año
anterior. Pero ese miércoles fue diferente: la ira se impuso a la razón.
Cuando los dos atracadores huían ya a bordo de un scooter,
el joyero salió esgrimiendo una pistola automática –para la que no tenía
licencia– y disparó. Tres veces. Uno de los disparos alcanzó en la espalda a
Anthony Asli, de 19 años, un pequeño delincuente con un largo historial –14
condenas– que cayó mortalmente herido cien metros más allá. Su cómplice, que
conducía la moto, se dio a la fuga. Turk alegó que empezó disparando a las
ruedas y que sólo apuntó al cuerpo cuando el joven atracador se giró y le
amenazó con su arma. Pero el fiscal, Éric Bedos, no cree en su versión y el
pasado viernes consiguió que dos jueces le imputaran por homicidio voluntario.
Benevolentes, en lugar de hacerle ingresar en prisión, dictaron su reclusión
provisional en su domicilio, controlado por un brazalete electrónico en el
tobillo.
La inculpación de Turk ha despertado la indignación entre
los joyeros y los pequeños comerciantes, y la derecha –por no hablar de la
extrema derecha– ha aprovechado la ocasión para acusar al Gobierno socialista
de laxismo en la lucha contra la delincuencia. El alcalde de Niza, el
conservador Christian Estrosi, encabezó el lunes una manifestación de un millar
de personas en apoyo de Stéphane Turk. Mientras, para estupefacción de la
familia de la víctima, los apoyos al joyero justiciero en la red aumentan
minuto a minuto. Al cierre de esta información eran ya 1.635.576. Y seguían
subiendo.
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