domingo, 1 de septiembre de 2013

De La Fayette a los Tomahawk

Representa la llama de la libertad, pero podría parecer una cabellera rubia. Sea por esta analogía, o porque simplemente no había mejor lugar para hacerlo, el caso es que cientos de turistas acuden cada año en laica peregrinación al monumento que se levanta en la embocadura del Pont de l’Alma, en París, a depositar ramos de flores, dibujos o pequeños escritos en homenaje a Diana de Gales, que perdió la vida en un violento accidente de tráfico en el paso subterráneo del mismo nombre el 31 de agosto de 1997 cuando huía de los paparazzi.

Pocos se fijan en el detalle de que el monumento no fue erigido en recuerdo de la malograda Princesa del pueblo sino que, inaugurado por Jacques Chirac en 1989, celebra la amistad franco-americana. Y que la llama es, en realidad, una réplica de la llama de la estatua de la Libertad de Nueva York, construida en Francia y enviada al otro lado del Atlántico en 1886 como un obsequio del pueblo francés por el centenario de la independencia americana.

La historia de la tumultuosa amistad entre Francia y Estados Unidos es tan antigua como el propio país, en cuya guerra de independencia contra el Reino Unido los franceses tuvieron una contribución fundamental. “¡La Fayette ¡aquí estamos!”, proclamó el coronel norteamericano Charles E. Stanton el 4 de julio de 1917 en París ante la tumba del general francés que combatió a los ingleses junto a los norteamericanos y mereció el calificativo de “héroe de los dos mundos”. Los estadounidenses acababan de devolver el favor entrando en guerra contra Alemania al lado de Francia, lo que volverían a hacer en la Segunda Guerra Mundial.

Nada de sorprendente debería tener pues en principio que Francia, el “más antiguo aliado” de Estados Unidos –como recordó el secretario de Estado, John Kerry, el viernes–, se encuentre de nuevo codo con codo con los norteamericanos en la crisis de Siria. Para Kerry, que además de conocer bien la historia de su país habla francés y tiene vínculos familiares en Francia –en Saint-Briac, en Bretaña, tiene un primo hermano, el ex ministro Brice Lalonde–, este vínculo es natural. Sin embargo, las relaciones entre ambos países han sufrido periódicamente graves desencuentros.

Uno de los más notorios se produjo en 1966, cuando el general De Gaulle, que mantuvo históricamente una desconfianza mutua con los dirigentes estadounidenses, decidió retirar a Francia del mando integrado de la OTAN con el fin de recuperar una soberanía plena en política exterior. Su decisión comportó la salida de Francia de 27.000 soldados y 37.000 empleados civiles norteamericanos, así como la evacuación de treinta bases militares.
El impacto de esta crisis fue, pese a todo, menor que la que enfrentaría a ambos países a causa de la guerra promovida por George W. Bush contra Iraq en el 2003, a la que Francia, de la mano de Jacques Chirac –quien sin embargo se habia alineado con Washington en el caso de Afganistán– se opuso frontalmente. Los ataques lanzados contra los franceses desde el otro lado del Atlántico fueron de una gran ferocidad y las relaciones entre ambos países entraron en una era de glaciación. Hasta las patatas fritas, las french fries, fueron temporalmente rebautizadas –como freedom fries– en represalia.

El advenimiento de Nicolas Sarkozy en el 2007 cambió radicalmente las cosas. Calificado por los propios servicios diplomáticos estadounidenses como “el presidente francés más pro-norteamericano desde la Segunda Guerra Mundial” –según revelaron los documentos difundidos por Wikileaks–, Sarkozy se empleó a fondo en restaurar el vínculo trasatlántico y en el 2009 reintegró a Francia en la estructura de mando de la OTAN. Una decisión de una gran fuerza simbólica. El ex presidente francés hizo también algo más: rompió con el tradicional antiamericanismo de la derecha francesa, una actitud hasta entonces de buen tono entre el gaullismo y la izquierda.

En cierto sentido, François Hollande está protagonizando ahora un viraje similar en el campo de los socialistas. El nuevo presidente de la República ha mantenido a Francia en el mando integrado de la Alianza Atlántica –pese a que el PS votó en contra del retorno– y ahora ha decidido alinearse militarmente con Barack Obama para lanzar una operación militar contra el régimen sirio, aún sin los británicos...
Mientras los mitos políticos caen, la grana del cine hollywoodiense, con Michael Douglas a la cabeza, se pasea estos días en Normandía para participar en el Festival de cine americano de Deauville, una cita que lleva 39 años desafiando los prejuicios.





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