Francia acepta
la vía diplomática para superar la crisis siria, pero no a cualquier precio.
François Hollande, como hicieran Barack Obama y David Cameron, se ha mostrado
dispuesto a explorar la solución propuesta por Rusia –y aceptada por Siria–
consistente en colocar el arsenal de armas químicas del régimen de Bashar el
Asad bajo control internacional, pero con condiciones extremadamente severas y
con la amenaza de un recurso automático a la fuerza en caso de incumplimiento.
París presentó a sus dos principales interlocutores en el Consejo de Seguridad
de la ONU, Washington y Londres, un proyecto de resolución sobre Siria que
aprieta considerablemente las tuercas a Damasco y que Moscú, por boca de su
ministro de Asuntos Exteriores, Sergéi Lavrov, juzgó “inaceptable”.
La propuesta francesa, que ayer mismo empezó a ser discutida
con estadounidenses y británicos, fue objeto de una entrevista telefónica entre
Hollande y Obama, quienes según informó el Elíseo “subrayaron la importancia de
mantener abiertas todas las opciones”. La militar, incluida.
El proyecto de resolución elaborado por Francia es
enormemente exigente. París plantea no sólo el control, sino el
desmantelamiento y destrucción total del arsenal químico sirio bajo control de
los inspectores de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas
(OPCW, en sus siglas en inglés); la adopción por parte de Siria del tratado
internacional que prohíbe la fabricación, uso y almacenamiento de este tipo de
armas, y la presentación ante el Tribunal Internacional de La Haya de los
responsables de la matanza del 21 de agosto en el barrio de La Ghouta de
Damasco con un balance, según los servicios secretos norteamericanos, de unas
1.500 víctimas por gas.
Los más indigesto, tanto para los sirios como para los
rusos, es que el proyecto de resolución, acogiéndose al capítulo 7º de la Carta
de las Naciones Unidas –relativo a la acción en caso de amenaza contra la paz o
agresión–, prevé la autorización automática del recurso de la fuerza en caso de
incumplimiento. Sin necesidad, por tanto, de una nueva votación del Consejo de
Seguridad.
La diplomacia parece imponerse a los tambores de guerra en
la crisis siria, pero la amenaza de una intervención internacional militar
sigue, pues, en pie. “Todas las opciones siguen sobre la mesa”, subrayó el ministro
francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, quien consideró crucial
asegurarse de que tras la propuesta rusa no se esconde una “trampa” para ganar
tiempo.
Descolocado consecutivamente por la defección británica, la
decisión del presidente de Estados Unidos de apelar al Congreso y la maniobra
diplomática rusa, el presidente francés ha decidido retomar la iniciativa para
no quedar fuera de juego. Hollande, que fue el primero en lanzarse a reclamar
un castigo ejemplar contra El Asad por la masacre del 21 de agosto y a defender
una intervención militar, argumenta que la apertura diplomática rusa no hubiera
sido posible sin la amenaza del recurso a la fuerza y parece determinado a
mantenerse como el adalid de la línea dura.
El Elíseo, que ha abandonado en su discurso toda referencia
moral, sostiene que sólo una reacción internacional firme puede evitar el uso
generalizado de las armas químicas en el futuro y forzar a El Asad a aceptar
una salida política negociada a la crisis.
La propuesta francesa de desmantelar y destruir la totalidad
del arsenal de armas químicas sirio –evaluado por los servicios secretos
franceses en unas 1.000 toneladas– es de muy difícil aplicación y exigirá mucho
tiempo. Así lo exponía ayer en la edición digital del diario Le
Figaro el especialista Olivier Lepick, de la Fundación para la
Investigación Estratégica, según el cual el desarrollo de un programa de este
tipo “precisaría una decena de años”.
La Unión Europea, por boca de la jefa de la diplomacia
europea, Catherine Ashton, mostró asimismo su apoyo a la propuesta rusa de
poner bajo control el armamento químico sirio.
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