A los responsables del sector nuclear público francés, con la presidenta del gigante atómico Areva, Anne Lauvergeon, a la cabeza, les llovieron toda suerte de críticas y reproches en Francia cuando a finales del 2009 perdieron un suculento contrato para construir cuatro reactores nucleares en Abu Dabi a manos de un consorcio surcoreano dirigido por Kepco (Korean Electric Power Corp), que se lo adjudicó por 20.000 millones de dólares. Al margen de algunos fallos de coordinación a la hora de enfocar la negociación, el problema principal se reveló ser el propio producto: el nuevo reactor nuclear de tercera generación EPR desarrollado por Areva. Más moderno, más potente y más seguro... es también mucho más caro (30.000 millones de dólares fue la oferta francesa). Aparentemente invendible, el EPR, del que se están contruyendo –no sin retrasos y dificultades– dos reactores en Francia (Flamanville) y en Finlandia, puede convertirse ahora sin embargo en la gran baza internacional de Areva en la nueva etapa abierta por el accidente nuclear de la central japonesa de Fukushima.
De entrada, el horizonte que se perfila para la industria nuclear a corto plazo es más bien sombrío. El accidente de Fukushima va a frenar –lo está haciendo ya– numerosos proyectos de nuevas centrales en todo el mundo. La agencia de notación Fitch advertía esta semana que “las actividades internacionales de EDF, GDF-Suez y Areva pueden resultar aún negativamente afectadas por las consecuencias de los acontecimientos en Japón”. Sin embargo, a largo plazo Areva puede estar mejor situada que nadie y aprovechar esa mayor exigencia en materia de seguridad.
“Si hubiera habido reactores EPR en Fukushima, no habría habido fuga radioactiva”, declaró Anne Lauvergeon –Atomic Anne– esta semana en la Asamblea Nacional. ¿Un farol? No tanto, si se piensa que el EPR está dotado con una doble protección de hormigón armado –capaz de resistir el impacto de un avión–, un recinto de confinamiento estanco para las piscinas del combustible usado, cuatro sistemas independientes capaces de refrigerar el reactor cada uno por sí solo de forma autónoma y un receptáculo estanco para recoger el combustible en caso de fusión del núcleo.
Con el drama de Fukushima aún vivo, ya ha quien –seguramente de forma interesada– aventura que Abu Dabi podría revisar la adjudicación del 2009...
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