Nicolas Sarkozy se ha convertido en la bestia negra del régimen de Gadafi. Primer jefe de Estado mundial en reconocer como interlocutor a la oposición libia, el presidente francés urgió ayer de nuevo al Consejo de Seguridad de la ONU a autorizar una intervención militar internacional para frenar al dictador libio, de acuerdo con un nuevo proyecto de resolución apadrinado por Francia, Reino Unido y Líbano. A modo de venganza, el hijo de Gadafi, Saif al Islam, acusó ayer a Sarkozy de haber recibido dibero del régimen de Trípoli para financiar su campaña electoral en las presidenciales del 2007.
El hijo de Gadafi lanzó su acusación –rotundamente desmentida por el Elíseo– en una entrevista televisiva emitida ayer por el canal Euronews, aunque no la justificó con pruebas. “Fuimos nosotros quienes financiamos su campaña. Tenemos las pruebas, los documentos, las cuentas bancarias, las transferencias y estamos dispuestos a revelarlas”, dijo. “Lo primero que pedimos a ese payaso –prosiguió en tono ofensivo– es que devuelva el dinero al pueblo libio”. El martes, en otra entrevista al canal de TV alemán RTL, el coronel Gadafi había atacado al presidente francés de esta guisa: “Sarkozy es amigo mío, pero se ha vuelto loco, tiene una enfermadad psíquica”.
Sarkozy, junto a David Cameron, escribió ayer al Consejo de Seguridad de la ONU instándole a asumir sus responsabilidades. “¡Salvemos juntos al pueblo libio martirizado! El tiempo se cuenta ahora en días, incluso en horas”, urge el presidente francés. La diplomacia francesa, muy activa estos días, ha conseguido no sólo el apoyo sino también el compromiso de algunos países árabes a participar en una acción de fuerza contra Gadafi. París sigue pensando que lo más efectivo sería un bombardeo selectivo.
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