Mientras el presidente francés era vitoreado el domingo en las carreteras de Bengasi por los insurgentes libios al grito de “I love you, Sarkozy”, los franceses le infligían un contundente castigo en las urnas. Con una abstención récord del 55,6%, la primera vuelta de las elecciones cantonales –una cita electoral en principio anodina si no fuera porqure es el último test antes de las presidenciales de mayo del 2012– dio un triunfo claro al Partido Socialista (PS), que obtuvo el 25% de los votos, mientras la gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP) se desfondaba hasta el 17,1%. Lo peor para el partido de Sarkozy es que la ultraderecha le pisa claramente los talones: el renovado Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen se alzó con el 15,2% de los sufragios. Un resultado inédito para la extrema derecha en unas elecciones cantonales –donde se eligen los representantes de los consejos generales de departamento, una suerte de diputaciones provinciales– y que a 13 meses de las presidenciales arroja serias dudas sobre la estrategia electoral de la UMP.
Que el FN le está comiendo el terreno a la derecha republicana ya no es una hipótesis de los institutos de opinión. Ya no se trata de sondeos, sino de votos contantes y sonantes. Y, a tenor del resultado del domingo, los votantes que auparon a Sarkozy en el 2007 parecen haberse lanzado masivamente a la abstención o girado la vista hacia el nuevo FN, que ha revestido su discurso tradicional con una pátina republicana –en defensa del Estado laico contra la presión islamista– y social en el terreno económico. El acercamiento de Sarkozy y la UMP al discurso de la extrema derecha, en su lucha por esta franja del electorado, ha nutrido más bien a su adversario, al que de algún modo ha legitimado.
El FN consiguió el domingo lo impensable: pasar a la segunda vuelta en 402 cantones, al superar la barrera del 12,5% de los votantes inscritos. Su media del 15,2% en el conjunto del país esconde en realidad un apoyo superior, que se situó en el 19,2% en los cantones donde presentó candidaturas. Sus principales feudos siguen siendo el depauperado norte y la región de Marsella. En muchos lugares, los frentistas superaron el 20% y aún el 30%.
La UMP ha encajado el golpe con graves disensiones. Avalada por Nicolas Sarkozy, la consigna dada ayer por el secretario general del partido, Jean-François Copé, era de dejar libertad a sus electores cara a la segunda vuelta. La UMP ha advertido que en ningún caso apoyará ni pactará con la extrema derecha, pero tampoco quiere alimentar un frente republicano en contra del FN, con el fin de no contrariar a sus electores, que no ha renunciado a intentar seducir. El papel de los votantes de la derecha será esencial en la segunda vuelta del próximo domingo, pues el FN se enfrentará a duelo con el PS en 204 cantones por sólo 89 frente a la UMP. La izquierda se ha conjurado aquí a pedir el voto a los candidatos de la derecha para cerrar el paso al FN. Pero la UMP, en un difícil equilibrio, se resiste a hacer lo mismo a la inversa.
Esta estrategia del “ni-ni”, duramente criticada por los socialistas, ha incomodado a importantes barones de la derecha, que no han dudado en desmarcarse. Empezando por el primer ministro, François Fillon, quien no tuvo reparos en disentir con Sarkozy y llamó a votar “contra” el FN. Lo mismo que el líder del Partido Radical –integrado en la UMP–, el ex ministro Jean-Louis Borloo, que pidió votar a los socialistas allí donde se enfrenten al FN.
Todas las dudas y el desconcierto que atenazan a la UMP tras el resultado de la primera vuelta de las cantonales de este domingo se convierte en unidad y firmeza en el campo de la izquierda. Con una rapidez inusual, los líderes de los principales partidos de la izquierda comparecieron conjuntamente en la misma noche electoral para analizar los resultados y proponer la constitución de un frente republicano contra la extrema derecha en las segunda vuelta del próximo domingo. La primera secretaria del PS, Martine Aubry; la líder de los Verdes, Cécile Duflot, y el secretario general del PCF, Pierre Laurent, reunidos en una barcaza anclada en el Sena, hicieron un llamamiento a la unidad. Aubry acusó a Nicolas Sarkozy de “hundir la República” y dar alas ala ultraderecha. El presidente francés “tiene mucho que ver con el resultado del Frente Nacional”, acusó la líder socialista, quien consideró “muy grave” la estrategia de la UMP.
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