martes, 1 de noviembre de 2011

Palestina, en la Unesco

Desde ayer, Palestina es el Estado miembro número 195 de la Unesco, la agencia de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura. En su búsqueda de reconocimiento internacional, la Autoridad Palestina, presidida por Mahmud Abbas, consiguió una victoria diplomática de enorme fuerza simbólica, que la directora general de la Unesco, Irina Bokova, no dudó en calificar de histórica, por más que su alcance práctico sea limitado. Un total de 107 países, entre ellos España y Francia, votaron a favor de la incorporación de Palestina, por sólo 14 que votaron en contra –incluidos Israel, Estados Unidos y Alemania– y 52 que se abstuvieron. A los palestinos les bastaba obtener dos terceras partes de los votos emitidos –entre los que no se cuentan, a estos efectos, las abstenciones– para que su nonato Estado fuera admitido en la Unesco, donde el obstáculo de no ser un miembro de pleno derecho de la ONU puede ser salvado con un informe favorable del comité ejecutivo. Como así fue.
Pese a la justificada alegría que manifestaba ayer la delegación palestina en la sede central de la organización, en París, el ingreso de Palestina en la Unesco no presupone su reconocimiento como Estado de pleno derecho en la ONU, donde Estados Unidos ha amenazado con ejercer su derecho de veto, lo que bastaría para cerrarle totalmente la puerta. Solicitado por Abbas el pasado 23 de septiembre ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el reconocimiento de Palestina debe ser votado el próximo 11 de noviembre en Nueva York por el Consejo de Seguridad.
Si la jornada de ayer fue histórica para los palestinos, puede resultar funesta para la Unesco. Los norteamericanos, desprovistos aquí del arma del veto, nada pudieron hacer por impedir el ingreso de Palestina en la organización. Pero sus represalias, junto a las de Israel, van a pesar como una losa sobre las finanzas de la agencia de las Naciones Unidas, que de repente va a ver amputada una cuarta parte de su presupuesto. Detrás de los aplausos, el semblante de la directora general de la Unesco manifestaba una comprensible inquietud, compartida también por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon.
Estados Unidos, que es el principal contribuyente de la Unesco –aporta el 22% de sus fondos–, había amenazado con retirarle su apoyo económico. Y ayer mismo cumplió su amenaza. La portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Victoria Nuland, anunció desde Washington la suspensión del pago de 60 millones de dólares –43 millones de euros– que Estados Unidos debía hacer este mes de noviembre.
Los estadounidenses, más allá de su evidente disgusto, no tenían tampoco otra opción. Dos leyes vigentes, aprobadas en 1990 y 1994, prohíben explícitamente la financiación de toda agencia de Naciones Unidas que reconozca un Estado palestino en ausencia de un acuerdo previo con Israel. La Casa Blanca, a través de su portavoz, consideró que el voto de la Conferencia de la Unesco es “prematuro y contraproductivo”.
Mientras el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, se felicitaba del voto de la Unesco –que consideró una “victoria de la justicia”–, y su ministro de Asuntos Exteriores, Riyad Al Malki, lo juzgaba un “primer paso” en el camino de la “liberación”, en Israel el voto de la Unesco –que su embajador en la organización, Nimrod Barjan, calificó de “día triste”–fue recibido como una “maniobra palestina unilateral que no cambiará nada en el terreno pero aleja más la posibilidad de un acuerdo de paz”. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reprochó ante el parlamento a los palestinos “intentar tener un Esyado propio sin negociar” y advirtió que Israel “no va quedarse de brazos cruzados” ante iniciativas semejantes.
El pronunciamiento de la Unesco sobre el caso palestino ofreció ayer una nueva oportunidad de mostrar ante el resto del mundo la división de la Unión Europea, incapaz de adoptar una posición común. La ministra española de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, que encabezaba la delegación española, lamentó esta falta de unidad y justificó el voto favorable de España al reconocimiento de Palestina como nuevo Estado miembro. “España se ha situado en el lado correcto de la Historia”, dijo.
Junto a España, el otro gran país europeo que votó a favor fue Francia. Una decisión sorprendente, en la medida en que hasta ahora París se había mostrado muy reticente al reconocimiento de Palestina en la ONU –el presidente francés, Nicolas Sarkozy, propuso como alternativa el estatus intermedio de Estado observador–. El portavoz del Ministerio de Asuntos exteriores, Bernard Valero, justificó el voto francés alegando que, si bien el momento no era el más oportuno, confrontados a la votación, “debíamos asumir nuestras responsabilidades y pronunciarnos sobre el fondo” de la cuestión. Francia se sumó pues a la mayoría de países árabes y africanos, así como Rusia, China, India o Brasil.
Más prudentes, el Reino Unido e Italia optaron ayer por abstenerse, mientras que Alemania –siempre junto a Israel– , Suecia y la República Checa, se alineabas con el no, que contó también entre sus filas con Canadá y Australia.

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