jueves, 17 de noviembre de 2011

El átomo de la discordia

El futuro de la energía atómica en Francia, el país más nuclearizado del mundo tras Estados Unidos, va a situarse en primera línea del combate entre la derecha y la izquierda cara a las elecciones presidenciales de 2012. La consecución de un frágil acuerdo entre socialistas y ecologistas en este terreno –puesto ya en cuestión apenas veinticuatro horas después de firmado–, levantó ayer una dura ofensiva de la derecha contra el candidato del Partido Socialista al Elíseo, François Hollande, así como fuertes presiones del potente sector industrial nuclear.
La cuestión central es de gran calado: ¿va a seguir Francia los pasos de otros países europeos, como Alemania, y abandonar progresivamente la energía atómica? Tratándose del segundo país con más reactores nucleares del mundo –un total de 58, que generan el 76% de la energía eléctrica–, con un potentísimo sector industrial que da trabajo directa e indirectamente a 400.000 personas y en el que cuenta con grandes líderes mundiales –Areva, EDF–, la pregunta no es menor.
“Aberración”, “regresión”... el ministro de Industria, Eric Besson, no encontraba ayer palabras suficientemente duras para calificar el contenido del acuerdo electoral firmado en la madrugada de ayer por los socialistas y los Verdes para las elecciones legislativas del año que viene, en el que se prevé reducir, de aquí al año 2025, la energía eléctrica de origen nuclear del 76% actual al 50%, lo que comportará el cierre de 24 reactores. “Se trata de una amputación”, se exclamó Besson, quien anunció una cascada de consecuencias negativas para el país: desde el encarecimiento de la energía para los consumidores a la pérdida de puestos de trabajo –el presidente de la eléctrica EDF, Henri Proglio, ha llegado a hablar de un millón–, pasando por deslocalizaciones industriales y pérdidas de exportaciones, aparte de un aumento de la contaminación atmosférica y pérdida de independencia energética.
El acuerdo entre el PS y la coalición Europa Ecología-Los Verdes –que incluye la cesión de varias decenas de circunscripciones electorales a los ecologistas– recoge las tesis de François Hollande, favorable a reducir el peso de la energía nuclear pero hostil a su abandono total. El candidato socialista también se opuso terminantemente a la suspensión del proyecto del reactor nuclear de tercera generación EPR, que se construye actualmente en Flamanville (Normandía) como reclamaban los Verdes. El pacto a punto estuvo de naufragar por esta causa, pero finalmente los ecologistas aceptaron dejarlo provisionalmente de lado.
Puede que en vano. El acuerdo volvía a estar anoche en el alero, después de que el PS decidiera retirar asimimismo del documento la referencia a la “reconversión” –abandono, según los Verdes– del sector de retratamiento de residuos nucleares y de fabricación del combustible MOX a partir del reprocesamiento de combustible ya usado. El grupo público Areva admitió ayer haber intervenido para advertir a los dirigentes socialistas de las repercusiones económicas, industriales y laborales de semejante decisión. Esta marcha atrás desconcertó a los ecologistas, quienes podrían dar por roto el acuerdo.

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