jueves, 24 de noviembre de 2011

La conciencia libre

Una mujer libre. Así se definía, y como  tal se condujo siempre - así fuera en el palacio del Elíseo o en la selva de Chiapas-Danielle Mitterrand. Una mujer libre, comprometida, militante y combativa - contradictoria, también-hasta el último de sus días. La viuda del presidente socialista François Mitterrand, presidenta y fundadora de la organización France Libertés, activista incansable en defensa de los derechos humanos, dejó de existir en la madrugada de ayer en el hospital Georges Pompidou de París, donde había sido ingresada el pasado viernes. Tenía 87 años. Apenas hace un mes había pronunciado su discurso de conmemoración del 25. º aniversario de su fundación.

Nacida en Verdun el 29 de octubre de 1924, en el seno de una familia de profesores de izquierdas, Danielle Gouze - su apellido de soltera-se comprometió muy joven, con sólo 17 años, en la Resistencia, después de que su padre - director de instituto-fuera apartado por el régimen de Vichy al negarse a identificar a los profesores y alumnos de origen judío. Aquel espíritu de revuelta íntima nunca le abandonó. Ni siquiera cuando la elección de su marido como presidente de la República en 1981 - cargo que ocupó hasta 1995-la llevó al palacio del Elíseo. "Las alfombras rojas de los viajes presidenciales no me perdieron, los brillos no me deslumbraron", dejó escrito en la presentación de su fundación.

Justo autorretrato de una mujer que, firme en sus convicciones, a la par que obstinada, nunca se plegó a las conveniencias ni a las obligaciones de su condición de primera dama de Francia. Y que utilizó incluso esta atalaya - para desesperación de los servicios del Elíseo y del Quai d´Orsay-para proclamar y defender en voz alta sus convicciones, así chocaran con el obligado pragmatismo político de su marido o la acción de su Gobierno. François Mitterrand, procedente de una familia católica conservadora, gustaba de calificar a su mujer como su "conciencia de izquierdas".

Todo el mundo en Francia, incluidos sus adversarios políticos, saludaron ayer el coraje de Danielle Mitterrand, la militante por la causa de los desfavorecidos. El presidente Nicolas Sarkozy, tan alejado de sus postulados, elogió la trayectoria de una mujer "que nunca abdicó de sus valores y prosiguió hasta el final de sus fuerzas los combates que juzgaba justos". El activismo insobornable de Danielle Mitterrand en defensa de los derechos humanos y de los pueblos oprimidos - las víctimas del apartheid, los kurdos, los saharauis, los tibetanos, los indios de América Latina...-desfallecía, sin embargo, frente a la dictadura de Fidel Castro, a quien siempre justificó. O a la hora de defender, con uñas y dientes, a su hijo Jean-Christophe, condenado por complicidad en un tráfico de armas en el caso Angolagate.

Casada a los 20 años con François Mitterrand, a quien había conocido en la resistencia y con quien muy pronto tendría tres hijos - uno de ellos fallecido al poco de nacer-,Danielle decidió volcarse en su marido y respaldar su carrera política. Lo hizo conscientemente y libremente. Igual que decidió seguir a su lado pese a sus continuas infidelidades y - la mayor traición de todas-su entrega a una vida familiar paralela y secreta con la conservadora del museo de Orsay, Anne Pingeot, y su hija común, Mazarine. Los franceses quedaron impresionados por su enorme dignidad al acoger a la hija clandestina de su marido en el entierro de éste en el cementerio de Jarnac en 1996.

"Para todos aquellos que nos aman, François y Danielle son inseparables, indisociables", escribió ese mismo año en su libro de memorias "En total libertad". Indisociables en vida, pero no en la muerte. Excluida del panteón familiar de los Mitterrand en Jarnac (Charente), Danielle será inhumada en Cluny (Borgoña), en la sepultura de sus padres. A casi 500 kilómetros de distancia.

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