No se muerde la mano de quien te da de comer. Con ese mensaje inequívoco, los máximos líderes europeos recibieron anoche en Cannes, en la Costa Azul francesa, al primer ministro griego, Giorgos Papandreu, convocado de urgencia por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, la víspera de la cumbre del G-20, para abordar la situación creada por el inesperado anuncio griego de someter a referéndum el plan de ayuda aprobado la semana pasada por los países de la zona euro. La reunión acabó con un severo ultimátum: Grecia no recibirá ninguna nueva ayuda mientras no cumpla todos y cada uno de los compromisos que adquirió el pasado 27 de octubre. Si rechaza, deberá abandonar la zona euro.
El primer ministro griego reivindicó el derecho democrático a convocar un referéndum y se comprometió, a petición de sus socios, a acelerar al máximo su celebración, con el fin de no eternizar la actual situación de incertidumbre. Papandreu citó el 4 de diciembre como fecha probable.
Lo que a lo largo de toda la jornada de ayer planeó como una amenaza, se precisó por la noche, durante la tensa cena que mantuvieron, en el Palacio de Festivales de Cannes, Nicolas Sarkozy, Angela Merkel y Giorgos Papandreu - acompañados por sus ministros de Economía, François Baroin, Wolfgang Schäuble y Evangelos Venizelos-,junto con la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y los representantes de las instituciones europeas: el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el presidente del Eurogrupo y primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker.
Al término de la cena, cerca ya de las once y media de la noche, Sarkozy y Merkel comparecieron para reafirmar su determinación de aplicar los acuerdos del 27 de octubre - que se comprometieron a acelerar-y de situar la salvación del euro como moneda común y estable por encima de cualquier otra consideración: incluida la permanencia de Grecia en la zona euro, una eventualidad hasta no hace mucho totalmente descartada por los líderes europeos. El tabú se ha roto.
La primera medida adoptada anoche es la congelación de toda nueva ayuda a Grecia, por parte de la Unión Europea y del FMI mientras este país no cumpla todos y cada uno de los compromisos adquiridos con sus socios europeos. "Si no se cumplen las reglas no habrá ni un céntimo", remarcó Sarkozy con brutal claridad. Grecia debía recibir en noviembre 8.000 millones de euros, correspondientes al sexto tramo de la ayuda internacional comprometida. Ahora, como confirmó por su parte Christine Lagarde, este dinero quedará en suspenso, agravando el riesgo de una posible bancarrota.
Los griegos deberán asumir sus obligaciones, subrayaron Sarkozy y Merkel al unísono, si quieren recibir la ayuda europea y si - y esto es totalmente nuevo-quieren seguir dentro de la zona euro. Ambos mandatarios asimilaron un eventual rechazo griego a las condiciones del plan de salvamento a una autoexclusión de la moneda única. Lo de menos es la pregunta: un no será interpretado como un no a Europa. "Grecia debe decidir si quiere seguir en el euro o no", afirmó el presidente francés, a lo que Merkel, que se dijo dispuesta a asumir decisiones "difíciles y duras", apostilló: "Queremos que Grecia siga en el euro. Si decide lo contrario, respetaremos su elección, pero no reunciaremos al euro".
Papandreu no se llamó a engaño. "Lo que está en juego [ en el referéndum] es saber si queremos seguir en la zona euro, eso está muy claro", declaró poco después de la reunión a los medios de comunicación. El primer ministro griego cree posible articular un amplio consenso en su país a favor de esta permanencia. Pero sus socios no lo ven tan claro.
La canciller alemana expresó, por otra parte, su convicción de que la puesta en marcha y aplicación del acuerdo del 27 de octubre bastará para asegurar la estabilidad de la zona euro, aun en el caso de una salida griega de la modena única. Merkel y Sarkozy acordaron una rápida puesta en marcha del Fondo Europeo de Estabilidad, para lo que hoy mismo mantendrán una reunión los ministros de Economía alemán y francés con el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
La cuestión griega monopolizó ayer la jornada previa a la cumbre del G-20, que se desarrollará entre hoy y mañana en Cannes. Y aún seguirá en la mañana de hoy, antes del inicio formal de la cumbre con un almuerzo. Nicolas Sarkozy convocó para media mañana una reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro que forman parte también del G-20 - esto es, Francia, Alemania, Italia y España-así como los responsables de la UE, para acudir a la cumbre con una única voz. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, avanzó por ello su viaje a Cannes, donde aterrizó anoche.
La inesperada - y arriesgada-jugada del primer ministro griego de convocar un referéndum ha dinamitado la estrategia de Sarkozy - presidente de turno del G-20-cara a la cumbre. El presidente francés quería llegar a la cita con la crisis de la zona euro resuelta y poner el acento en otros ámbitos. Raté...
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