viernes, 2 de mayo de 2014

Soberanismo antieuropeo

Una Juana de Arco aguerrida, con un yelmo en la cabeza, presidía ayer la gran pancarta del tradicional acto del Primero de Mayo del Frente Nacional (FN), cuyo eslógan –en plena campaña de las elecciones europeas– era inequívocamente antieuropeo: “No a Bruselas, sí a Francia”. La Doncella de Orléans, en el imaginario de la extrema derecha francesa, no combate hoy contra los ingleses, sino contra los europeístas, acusados de un crimen de lesa patria al ceder la soberanía nacional a la Unión Europea, una especie de monstruo de mil cabezas que la líder del FN, Marine Le Pen, llamó ayer a “derribar”. En Europa, el soberanismo es esto.

Una decena de alcaldes frentistas recién elegidos, con sus bandas tricolores, mostraban en el estrado el empuje del FN, que en las elecciones europeas del próximo día 25 podría convertirse por primera vez en el partido más votado de Francia. Así lo vaticinan diferentes sondeos, que lo colocan en cabeza –ligeramente por delante de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y a bastante distancia del Partido Socialista (PS)– con entre el 22% y el 24% de los votos. Marine Le Pen aprovechó el acto del Primero de Mayo para alentar a sus seguidores a votar, instándoles a eludir la “trampa infernal de la abstención”. “Los que no vayan a votar dejarán a los partidarios de la Unión Europea la posibilidad de seguir su obra funesta –arengó–. Cumplid con vuestro deber de patriotas. Es un deber crucial, mucho más de lo que parece. ¡Es el momento de preguntarse sobre le UE y decir basta!”. “¡No me decepcionéis e id a votar!”, añadió.

Escoltada por su padre, Jean-Marie Le Pen –fundador del partido– y su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen, la líder del FN se dirigió a una multitud de varios miles de personas –entre 5.300 y 20.000 según la Prefectura de Policía y los organizadores, respectivamente– que se concentraron bajo la lluvia frente a la Ópera y que, entre otros eslóganes, coreaban “¡Estamos en nuestra casa!”.

Un grupo de feministas radicales del grupo Femen intentó, senos al aire, boicotear el inicio del acto al grito de “¡Stop a la unión fascista!”, pero fueron rápidamente reducidas por el servicio de orden y la policía. Militantes del FN les gritaron que se fueran del país, en alusión al origen ucraniano del movimiento.

Le Pen, que se presenta candidata a la reelección como eurodiputada y pretende forjar una alianza en el Parlamento Europeo con otras fuerzas nacionalistas y antieuropeas del continente, defiende sacar a Francia del euro y desmontar la actual Unión Europea. “Derribarla”, dijo ayer. Para el FN, Europa es sinónimo de disolución de la identidad francesa, de pérdida de soberanía, así como la dictadura de la austeridad y paso franco a la inmigración masiva y descontrolada. Todos los males parecen venir de Bruselas, que –según su discurso– somete a Francia como si se tratara de un “pueblo menor de edad”, obligado a pedir permiso para todo, y que convierte al presidente de la República en un “pequeño gobernador” o un “subprefecto de provincia”.

“Si el pueblo francés nos coloca en cabeza, el presidente de la República no podrá ignorar el rechazo a la construcción europea que se habrá expresado”, advirtió Le Pen, quien vaticinó: “Las instancias de la Unión Europea se verán obligadas a interrumpir su loca carrera. La única solución será la disolución de la Asamblea Nacional (francesa) y la convocatoria de nuevas elecciones legislativas para cambiar radicalmente la política nacional”.

La violencia latente del discurso de Marine le Pen se tradujo ayer en un lapsus, cuando la presidenta del FN citó la definición que de Francia hizo en el siglo XVI el poeta Joachim du Bellay: “madre de las artes, de las armas y de las leyes”. Ayer, bajo la efigie guerrera de Juana de Arco, las armas ocuparon el primer lugar. 



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