La guerra es
abierta en la derecha francesa. La humillante derrota de la Unión por un
Movimiento Popular (UMP) ante el Frente Nacional (FN) en las elecciones
europeas y el escándalo de las facturas falsas vinculado a la campaña electoral
de Nicolas Sarkozy en el 2012 ha abierto de nuevo las hostilidades entre las
dos almas del partido. El primer choque se cobró ayer la cabeza del presidente
de la UMP, Jean-François Copé, forzado a dimitir en una tensa reunión del buró
político celebrada en la mañana de ayer en la Asamblea Nacional.
Los rivales de Copé, que a finales del 2012 se hizo con la
jefatura del partido frente a François Fillon en medio de graves acusaciones de
fraude, han conseguido finalmente su revancha. Pero ésta es provisional. Porque
la gran batalla se librará en el congreso extraordinario que debe celebrarse el
próximo octubre. Hasta entonces, el partido quedará en manos de un triunvirato
integrado por tres ex primeros ministros: François Fillon, Alain Juppé y
Jean-Pierre Raffarin. Unos supervisores muy particulares, puesto que los dos
primeros aspiran indisimuladamente a encabezar la candidatura de la UMP al
Elíseo en las presidenciales del 2017.
El detonante de la bomba –cargada por el FN– ha sido el
escándalo vinculado a la sociedad Bygmalion, una agencia de comunicación
propiedad de amigos de Copé que en los últimos años se ha llevado la parte del
león de los contratos de la UMP en materia de comunicación y organización de
actos. Limitado hasta ahora a un supuesto caso de favoritismo, el asunto
adquirió el lunes una nueva dimensión cuando el abogado de la empresa, Patrick
Maisonneuve, admitió públicamente que una de sus filiales había elaborado
facturas falsas por valor de 11 millones de euros a petición de la UMP para
evitar que los gastos de la organización de varios mítines fueran cargados
sobre la campaña de Nicolas Sarkozy. Una manera de eludir los límites
establecidos por la ley en materia de gasto electoral y que viene a añadirse a
otras irregularidades en la misma línea que llevaron el año pasado al Consejo
Constitucional a retirar al ex presidente toda subvención pública, creando un
grave problema económico al partido. Este nuevo caso fue confirmado el mismo
lunes, entre sollozos, por el número dos de Copé, Jérôme Lavrilleux, dejando en
ese momento al presidente de la UMP al pié de los caballos.
Pero detrás de Copé es el mismo Nicolas Sarkozy quien puede
caer atrapado por el escándalo y ver frustrada su operación retorno. El
ex presidente francés, de visita ayer en Madrid, guarda un silencio sepulcral al
respecto. Más allá de las ambiciones políticas personales, lo que se
ventila aquí es la orientación ideológica y la práctica política de la UMP, que
Sarkozy y los suyos –incluido Copé– han escorado en los últimos años hacia la
frontera con la ultraderecha. Juppé, que los sondeos dan como favorito como
alternativa a Sarkozy, planteó ayer mismo cuál es su camino: plantar cara al FN
y recuperar la alianza histórica con el centro.
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