Lo de construir
un pabellón deportivo para las competiciones olímpicas de voleibol que luego
resulta inútil por tener el techo demasiado bajo –fue en 1992, en Barcelona– no
es algo que pase únicamente al sur de los Pirineos. Al norte se producen
fiascos de dimensiones parecidas. Los franceses descubrieron ayer,
estupefactos, que la compañía ferroviaria estatal SNCF había encargado cerca de
2.000 nuevos trenes para la red regional cuyas dimensiones –son 20 centímetros
más anchos que los actuales, entre otras cosas para facilitar el acceso de las
personas en silla de ruedas– hace que no puedan pasar por numerosas estaciones.
El error obligará a 'limar' un total de
1.300 andenes –el 15% del total– y gastar 50 millones de euros. Los responsables
del patinazo lo saben desde hace tiempo. De hecho, las obras de adaptación
empezaron el año pasado y en 300 casos ya están incluso finalizadas. Pero lo
habían mantenido bien callado. Hasta que ayer el semanario Le
Canard Enchaîné lo acabó destapando.
Los nuevos trenes fueron encargados, de acuerdo con las
administraciones regionales, en el 2009 para afrontar el notable aumento del
número de usuarios de los trenes regionales TER. La SNCF firmó con este fin un
contrato-marco por 3.000 millones de euros para la adquisición de cerca de
2.000 nuevos convoyes, de los que hasta ahora se ha formalizado el encargo de
341 trenes: 182 del grupo francés Alstom y 159 del canadiense Bombardier. En
ambos casos, los nuevos trenes son 20 centímetros más anchos que los actuales.
Demasiado para las estaciones más viejas.
Los máximos responsables de la SNCF, Guillaume Pépy, y de la
empresa pública Red Ferroviaria de Francia (RFF), Jacques Rapoport, atribuyeron
esta “disfunción” al hecho justamente de que la responsabilidad sobre el
mantenimiento de la red y la explotación del servicio de transporte esté
separada en dos empresas, sin por ello dar una explicación clara sobre el
origen del error. Y trataron de quitarle importancia, subrayando que la compra de
nuevos trenes implica siempre una adaptación de la infraestructura.
No fue de la misma opinión el secretario de Estado de
Transportes, François Cuvillier, quien calificó lo sucedido de “rocambolesco” y
de “cómicamente dramático”, y ordenó a los presidentes de ambas empresas
públicas que presenten un informe sobre las causas de este desastre. La
ministra de la Ecología, Segolène Royal, consideró “consternante” el error y la
ponente general del Presupuesto en la Asamblea Nacional, la socialista Valérie
Rabault, pidió incluso la dimisión del presidente de la SNCF. “Somos el
hazmerreir de la prensa internacional”, se lamentó.
El líder de la oposición conservadora, el presidente de la
UMP, Jean-François Copé, lamentó también un hecho que juzgó “kafkiano”. Pero no
cargó las tintas. A fin de cuentas, el contrato data de la época de Nicolas
Sarkozy.
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