miércoles, 28 de mayo de 2014

Le Pen quiere liderar la Europa del no

Marine Le Pen se dispone a desembarcar hoy en Bruselas decidida a convertirse –con permiso del euroescéptico británico Nigel Farage, del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP)– en la líder de una alianza antieuropea en el seno mismo del Europarlamento. El objetivo de la presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN) francés es constituir un grupo parlamentario propio con otras fuerzas políticamente próximas, con el objetivo de tratar de bloquear toda medida de orientación federal.

Pero a pesar de la amplitud del voto eurófobo en toda la Unión Europea no le va a ser fácil. Para conseguirlo Le Pen precisa reunir 25 diputados –lo que no es problema, porque ya tiene 24 propios–, pero de siete países diferentes. Y ahí es donde empiezan las dificultades, porque la dispersión y la división están en el orden del día. Su primer problema es la competencia del británico UKIP –con otros 24 parlamentarios–, con quien el acercamiento es imposible, puesto que Farage no quiere saber nada del FN, y que además puede sustraerle posibles apoyos. Los Demócratas Suecos, por ejemplo, que han logrado dos diputados, dudan entre aliarse con el Frente Nacional, con el UKIP o volar solos...

Entre los grupos con los que el FN tiene a priori más posibilidades de aliarse están el Partido de la Libertad del holandés Geert Wilders, el belga-flamenco Vlaams Belang y el FPÖ austríaco. “Hay toda una serie de movimientos que a mi juicio están interesados en participar en una gran fuerza política cuyo objetivo sea impedir todo nuevo avance hacia una Europa federal”, afirmó Le Pen en una conferencia de prensa en la sede de su partido en Nanterre, en la periferia oeste de París. La presidenta del FN aprovechó para reclamar una “moratoria” sobre toda medida en este sentido, reclamó la suspensión de las negociaciones para el ingreso de Turquía en la UE y el veto al futuro acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.

Marine Le Pen, embarcada desde que asumió el mando del FN en el 2011 en una campaña de imagen para “normalizar” el partido fundado por su padre –hasta el punto de negar ser de extrema derecha–, trazó ayer una línea roja al descartar totalmente cualquier acuerdo con los partidos neonazis: desde el griego Aurora Dorada hasta el alemán NPD, pasando por el húngaro Jobbik y el búlgaro Ataka. A pesar de este cordón sanitario, la líder del FN está lejos de convencer a todo el mundo, así en Francia como en Europa. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, por ejemplo, no se anduvo ayer por las ramas al calificar al Frente Nacional de partido “fascista”. “No sólo nuestros colegas franceses, sino también nosotros, debemos pensar en qué error hemos cometido cuando un cuarto del electorado vota a un partido extremista fascista”, afirmó en Berlín.

Que el FN haya logrado por primera vez alzarse con casi el 25% de los votos en una elección de ámbito nacional en Francia –una cota favorecida por la elevada abstención, pues casi perdió 1,7 millones de votos respecto a las presidenciales del 2012– es fruto en gran medida de esta normalización acelerada del partido, que incluye su aparición regular en los medios de comunicación como cualquier otra fuerza política.

El perfil de los votantes del FN es básicamente el de siempre. Según el instituto Ipos, el Frente Nacional obtuvo sus mejores resultados entre los obreros (43%), los empleados (38%) y los parados (37%), así como entre los menores de 35 años (30%). La mayoría de sus votantes -el 69%- sostiene haber votado al FN más para castigar al presidente François Hollande y al Gobierno, que en clave europea. Lo más significativo es su nueva implantación territorial: el domingo, el FN se salió de sus feudos tradicionales.


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