jueves, 13 de febrero de 2014

Un Frente... común

Muy probablemente, si se les preguntara, la mayoría negarían ser o sentirse de extrema derecha. Pero lo cierto es que más de una tercera parte de los franceses expresan hoy una adhesión sin ambages a las ideas del Frente Nacional (FN), un partido que de la mano de Marine Le Pen –ayudada por los efectos de la crisis económica y el tacticismo de la derecha republicana– ha dado un enorme salto en su proceso de normalización. Así lo ha puesto de manifiesto un sondeo del instituto TNS Sofres –para Le Monde, Canal Plus y France Info– hecho público ayer, donde el apoyo a las ideas del FN alcanza el nivel más alto desde el año 1984, en que empezó a realizarse este barómetro.

No es que el Frente Nacional se haya travestido ideológicamente. En esencia, sigue transmitiendo las mismas ideas que en la época de su fundador, Jean-Marie Le Pen, con un nuevo acento social –eso sí– del que carecía el padre y –sobre todo– de otra forma. El cambio principal se ha producido en el tono, en las maneras. Los frentistas, por poner un ejemplo, ya pueden ser visceralmente antimusulmanes, que su líder expresa este sentimiento revestido de una defensa de la laicidad republicana. Lo apuntó en el momento de su elección como presidenta del FN, hace tres años, el analista Alain Duhamel: “Marine Le Pen es tan dura como su padre, pero es más moderada en las formas, lo que la hace mucho más temible”, escribía en el 2011.

El resultado de este trabajo de “desdiabolización” del Frente Nacional ha dado sus frutos. En las elecciones presidenciales del 2012, Marine Le Pen obtuvo el 18% de los votos y en las próximas elecciones europeas de mayo el FN podría acabar como primer partido de Francia (las encuestas le sitúan en cabeza, con una intención de voto del 23%)

¿Qué es lo que suscita una mayor adhesión entre los franceses? En realidad, la oferta de siempre del FN: la defensa de los valores tradicionales franceses, la exigencia de una mayor severidad judicial con la delincuencia y un reforzamiento del poder de la policía, el rechazo a la inmigración extranjera –juzgada excesiva–, la consideración de que se cede demasiado al islam y a los musulmanes... La propuesta-bandera de la campaña de las elecciones europeas de abandonar el euro como moneda y regresar al franco, en cambio, suscita más bien frialdad, si no desconfianza.

Une vez más, es entre las clases populares donde el Frente Nacional tiene más predicamento. Porque si las ideas frentistas prenden en el 34% del conjunto de los franceses –más aún entre los jóvenes (un 38%)–, esta proporción asciende de forma espectacular al 53% entre los obreros.

Este proceso va parejo a un mayor reconocimiento de las cualidades de Marine Le Pen como líder político y una mayor credibilidad del FN como partido susceptible de participar en el Gobierno. Pero el camino aún no se ha acabado: la mayoría de los franceses (54%) lo sigue viendo como una fuerza de protesta y oposición. “La banalización del FN no está totalmente acabada”, subrayaba ayer Emmanuel Rivière, director del departamento de estrategias de opinión de TNS Sofres.

El éxito del Frente Nacional, al que el 31% de los encuestados se dice dispuesto a votar –aunque siempre serán menos–, se inscribe en un fenómeno más amplio de ascenso de las fuerzas nacionalistas, populistas y xenófobas en toda Europa, del que el reciente referéndum a favor de restringir la inmigración europea en Suiza es sólo el último ejemplo.

En Francia, esta orientación de una parte de la opinión pública no se ha traducido sólo en el aumento de las expectativas de voto del Frente Nacional, sino en la aparición de un amplio movimiento contestatario en la calle, impulsado por una amalgama de grupos de ultraderecha en los que se mezclan reaccionarios radicales, católicos fundamentalistas, militantes antisemitas y activistas neonazis. Rebautizado como el Tea Party a la francesa, esta galaxia de la protesta –que se ha significado en contra del matrimonio homosexual y la ley de la Familia– actúa al margen de los partidos tradicionales, FN incluido, y ha demostrado una gran capacidad de movilización.




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