Lo tiene todo. Es joven inteligente, brillante, ambiciosa, determinada, libre... Y encima, guapa y elegante.
Nathalie Kosciusko-Morizet, de 40 años, candidata de la derecha francesa a la
alcaldía de París en las elecciones del 23 y 30 de marzo –y sin duda la
aspirante más chic y glamurosa del plantel electoral–, lo tiene todo para
gustar. Y, también, para ser aborrecida. Demasiado perfecta, demasiado
aristocrática, demasiado segura de sí misma, demasiado altiva...
Con la belleza etérea de las madonnas de la escuela veneciana, Kosciusko-Morizet, más conocida por las
siglas NKM, es la más genuina representante del ala más moderada y progresista
de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) –lo que no le impidió ser la
portavoz de campaña de Nicolas Sarkozy en las presidenciales del 2012–, una
candidata que encaja a la perfección en el mundo de los bobos, los “burgueses bohemios”, pero menos en el París
popular, donde a NKM se la ve demasiado asociada a los barrios altos, los beaux quartiers.
A Nathalie Kosciusko-Morizet, que esta semana compartió mesa
y mantel con un grupo de corresponsales europeos, no le gusta que la etiqueten.
Que la clasifiquen como una burguesa o como una mujer de derechas. Ni que le
recuerden que viene de una buena familia... “¡Mi bisabuelo era un senador
social-comunista!”, protesta. Aunque senador era. Lo mismo que su padre,
François Kosciusko-Morizet –hospitalizado en noviembre por un ataque vascular
cerebral– es alcalde de Sèvres, en la periferia oeste de París. “No tengo por
qué excusarme”, dice. Y dice bien. Pero lo cierto es que, quiera o no, se
siente de algún modo obligada a ello.
Del mismo modo que debe defender haber llegado adonde está
por sus propios méritos. Titulada en ingeniería por la selecta Escuela Politécnica
–¡cuyos estudios incluyen formación militar!–, Kosciusko-Morizet pertenece en
consecuencia a la élite, algo que sus adversarios utilizan también en su
contra. “No entiendo que se pueda reprochar a alguien tener estudios, yo gané
mi ingreso por concurso, no tuve ningún privilegio”, argumenta. Y añade: “Elegí
ser ingeniero, eso demuestra un temperamento particular”.
También por mérito propio, y frente a no pocas zancadillas
–el sector duro de la UMP la atacó por haberse abstenido en la aprobación del
matrimonio homosexual–, se hizo con la nominación de candidata a la alcaldía de
París tras ganar las primarias internas celebradas en junio del 2013. Desde
entonces, no ha tenido un respiro, debiendo enfrentarse a las tradicionales
divisiones de la derecha parisina y a la aparición de candidaturas paralelas
aquí y allí... “Todos los disidentes son personas que querían un puesto en mi
lista, es un problema de egos”, sostiene. Y advierte que no dará marcha atrás:
“Yo he optado por la renovación y la alianza con el centro desde el principio,
es una apuesta exigente y arriesgada, pero no voy a ceder al chantaje”, dice
con firmeza. Quienes le conocen aseguran que tras su imagen de porcelana hay
una mujer hecha de titanio.
Su marido, Jean-Pierre Philippe, de 58 años, ex alcalde
socialista, al que conoció en la embajada francesa en Varsovia y con quien
tiene dos hijos, la apoya discretamente, siempre desde la sombra.
Ex alcaldesa de Longjumeau, ex consejera regional de
Île-de-France, ex ministra de Ecología y diputada, para Kosciusko-Morizet,
hacerse con la alcaldía de la capital francesa es –aunque ella no lo diga
abiertamente– una etapa más en una carrera política de largo alcance que apunta
inevitablemente hacia el Elíseo. Si gana, como Jacques Chirac en 1977,
dispondrá de una plataforma inigualable. Pero para ello tendrá que vencer a
otra mujer, la socialista Anne Hidalgo, de origen español, mano derecha del
alcalde saliente, Bertrand Delanoë, a quien todos los sondeos otorgan ventaja.
Que los dos grandes partidos, la UMP y el PS, presenten como
candidata a alcalde a una mujer es algo inédito. Pero a Nathalie
Kosciusko-Morizet no le gusta –tampoco– que la reduzcan a esta condición: “Yo
tengo el hábito de ser mujer desde hace cuarenta años. No es raro estar aquí,
es raro encontrarlo raro”, zanja.
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