La crisis del euro, la incapacidad de los miembros de la UE para poner fin a la tormenta financiera, la actitud imperiosa de la pareja Nicolas Sarkozy-Angela Merkel... han sido utilizados por los nacionalistas antieuropeos, tanto en Croacia como en Serbia, contra el ingreso en la Unión. Pero hasta el momento no han conseguido invertir el sentimiento mayoritariamente favorable de sus respectivas opiniones públicas, que ven en Europa un medio para consolidar la democracia y las reformas económicas, y una promesa de paz y prosperidad.
Los croatas, en cualquier caso, serán llamados a votar en referéndum en el plazo de tres meses para ratificar el tratado de adhesión, según han avanzado los responsables de la coalición de centroizquierda que ganó las elecciones del pasado domingo, en las que el Gobierno que ha llevado a buen fin las reformas necesarias para el ingreso cayó derrotado. No es el primer caso.
A Croacia, segundo país de la ex Yugoslavia en incoporarse a la UE tras Eslovenia, le habrá costado casi siete años culminar el proceso –las negociaciones empezaron en 2005– y aún le quedarán varias etapas por cumplir. De aquí a 2013, Bruselas controlará que se lleven a cabo las reformas que aún están pendientes. Con 4,3 millones de habitantes, Croacia será uno de los más pequeños Estados de la Unión. Y de los pocos que cumple con el límite de deuda pública del 60% del PIB, aunque tiene un 17,4% de paro.
El Consejo Europeo de Bruselas podría asimismo dar luz verde al inicio de las negociaciones para la adhesión de Montenegro, y evaluar si Serbia cumple los requisitos para ser considerado oficialmente candidato a la adhesión. Hasta ahora, Alemania lo ha vetado por considerar que Serbia no había avanzado suficiente en el diálogo sobre Kosovo.
No todo el mundo es tan valiente, sin embargo, en los Balcanes. El Banco Central de Bosnia anunció ayer su intención de buscar una divisa extranjera estable, como alternativa al euro, para indexar su moneda, el marco bosnio convertible, ante la perspectiva de un eventual hundimiento de la moneda única europea.
Croacia, que dentro de año y medio se convertirá en el 28º Estado de la Unión Europea , parece menos temerosa. Aunque su primera ministra tiene previsto firmar el tratado de adhesión con un bolígrafo que le regaló el papa Benedicto XVI. Será para contar con la protección divina.
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