Profundamente impresionado por la generosidad de los humildes mayas que le socorrieron cuando, en 1935, se perdió tres días en la jungla del Yucatán, Withman convirtió su librería –toda una institución cultural en París– en un templo de acogida de jóvenes poetas y escritores en busca de inspiración a orillas del Sena. A cambio de un par de horas de trabajo en la librería y del compromiso de leer un libro cada día, Withman permitía a sus bohemios visitantes alojarse unos días en el altillo del local –que una vez por semana acoge lecturas públicas de poesía–, con vistas a la catedral de Nôtre Dame. Desde su apertura, unos 50.000 aspirantes a artista han dormido entre sus anaqueles.
Su hija de treinta años, Sylvia Beach Withman –un nombre que es en sí mismo un homenaje–, se hizo cargo en 2006 de la librería y ha seguido su estela. Eso sí, introduciendo algunas modernidades –irritantes para su padre– como una página web en internet. A través de ella, dio a conocer la muerte de su padre, que hace dos meses sufrió un ataque de apoplejía. George Withman murió “tranquilamente en su casa, en el piso de encima de su librería” y será enterrado en el cementerio Père Lachaise junto a legendarios escritores como Apollinaire, Colette, Wilde o Balzac.
Nacido el 12 de diciembre de 1913 en East Orange (New jersey), hijo de un eminente físico, Walter Withman –nada que ver con el escritor del mismo nombre–, George Withman rondó por medio mundo y ejerció los más variopintos oficios antes de ser movilizado y destinado en 1941 en Europa como oficial médico. Acabada la Segunda Guerra Mundial, en 1948, decidió instalarse en París y abrir una librería especializada en la literatura anglosajona en el corazón de la rive gauche. Inicialmente llamada Le Mistral –en recuerdo de un primer amor–, abrió sus puertas en 1951 en el número 37 de la calle de la Bûcherie , en un viejo edificio que compró gracias a una herencia, donde todavía sigue, con su característico y llamativo cartel de color amarillo.
Le Mistral heredó en 1962, a la muerte de la legendaria Sylvia Beach, el fondo y el nombre de la original Shakespeare and Company. Y en cierto modo su espíritu. Si en la época de Sylvia Beach la librería –instalada entonces en el barrio del Odeón– había sido frecuentada por Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald, Ezra Pound, James joyce o Gertrude Stein, por el local de Withman pasarían Henry Miller, Anaïs Nin. William Burroughs, Lawrence Durrell o Allen Ginsberg.Enamorado de los libros, George Withman nunca se vio como escritor. Pero su contribución a la literatura no tiene precio.
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