martes, 6 de diciembre de 2011

Del Velib' al Autolib'

Primero fueron las bicicletas, ahora el toca el turno a los coches. Desde ayer, todos los habitantes de París y de otras 45 ciudades de su periferia pueden acceder a un nuevo servicio de alquiler por horas de vehículos eléctricos para desplazarse libremente –sin humos, ni ruido– por la capital francesa y su banlieue. El sistema, bautizado Autolib’, está directamente copiado del que ya existe con las bicicletas, el Velib’ –similar al barcelonés Bicing–. Los usuarios deben estar previamente abonados y la utilización del coche es facturada por tramos de media hora. El vehículo puede ser recogido en un punto y devuelto en otro, reservado previamente o no. La inspiración llega incluso hasta el color: pese a lo que indica el nombre del coche, Blue Car, su carrocería –diseñada por Pininfarina– es de color gris, como el de las bicis. Un gris designado y despectivamente como gris ratón o gris Alemania del Este...
Servicios similares se han probado ya en otras ciudades francesas –Lyon, La Rochelle, Niza, Toulouse...–, pero el de París es el primero que se lleva a cabo a gran escala. Si el Autolib’ arrancó ayer con una flota de 250 coches y otras tantas estaciones, está previsto que a finales del año que viene cuente con 3.000 vehículos y 1.100 estaciones. Para asegurar la rotación de los coches entre las estaciones y atender los problemas que puedan surgir, Autolib’ contará cuando esté al completo con una plantilla de más de 800 personas.
El funcionamiento es, a priori, muy sencillo. Para abonarse sólo es necesario un carnet de identidad, el permiso de conducir y una tarjeta de crédito, y puede hacerse –en 10 o 15 minutos– por vídeoconferencia en una de las estaciones principales, dotadas con terminales. Existen abonos diarios –para usuarios puntuales– a 10 euros; semanales, a 15 euros, y anuales, a 144 euros. A esta cantidad hay que añadir el precio del tiempo de uso, que oscila entre 4 y 7 euros la primera media hora y entre 6 y 8 euros a partir de la tercera. Los coches, totalmente eléctricos, tienen una autonomía de cinco horas. Pero está prohibido ir más allá de un radio de 50 kilómetros de París (lo cual es controlado por GPS)
La iniciativa, a través de la que el alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë, pretende conseguir una reducción considerable de la circulación de automóviles privados en la ciudad –de hasta 20.000–, tiene numerosos detractores. Empezando por los ecologistas del gobierno municipal, que consideran que Autolib’ estimulará el uso del vehículo particular –aunque sea en su modalidad de aquiler– en detrimento del transporte colectivo. La oposición de derechas critica, a su vez, la ocupación de la vía pública por las estaciones del Autolib’ –que suprimirán varios millares de plazas de aparcamiento en la calle– y alerta que, por encima de un determinado nivel de pérdidas económicas, será el Ayuntamiento quien tenga que pagar. Y luego están los descontentos profesionales obvios: los taxistas y las empresas de alquiler de automóviles, que acusan al nuevo servicio de competencia desleal.
Uno de los objetos de controversia es el nivel de daños que puede sufrir el Autolib’ a causa del vandalismo, puesto que la mayor parte de los coches estarán aparcados en la calle. El Ayuntamiento sostiene que esta eventualidad ya ha sido ampliamente prevista, ya que cada vehículo está asegurado por 3.000 euros al año. En el caso del Velib’, las bicis han sufrido más de 16.000 actos vandálicos desde 2007.


Escaparate mundial de una nueva batería para automóviles

La rentabilidad del servicio Autolib’ es una incógnita. El concesionario, el industrial francés Vincent Bolloré –que lo gestionará durante 12 años-, ha fijado el umbral de rentabilidad en 200.000 abonados. Una cifra elevadísima –el Velib’ tiene 1650.000– que no se alcanza en dos días. Algunos expertos calculan que, mientras tanto y en caso de que lo consiga, las pérdidas pueden llegar a los 60 millones de euros anuales. Una inversión que parece ruinosa, si no fuera porque Velib’ será el gran escaparate de la nueva batería eléctrica para vehículos desarrollada por el grupo Bolloré, en la que lleva invertidos ya 1.500 millones de euros y que confía poder vender a algunos de los grandes fabricantes mundiales de automóviles.



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