El atentado contra el café Argana de la plaza Yemaa el Fna es casi como si se hubiera cometido en un café de cualquier población de Francia, hasta este punto Marrakech es una ciudad frecuentada por los franceses. Notables personalidades del mundo de la política, los negocios y el espectáculo tienen allí segundas residencias, y entre los menos pudientes es un habitual destino de fin de semana. La posibilidad de que gran parte de las víctimas mortales del atentado fueran de nacionalidad francesa -al cierre de esta edición se había confirmado la muerte de seis franceses, según la televisión pública marroquí-, empujó a la Fiscalía de París a abrir una investigación oficial. El presidente de la República, Nicolas Sarkozy, se apresuró a condenar el atentado terrorista, que calificó de "odioso, cruel y cobarde" y habló posteriormente por teléfono con el rey de Marruecos, Mohamed VI, a quien transmitió sus condolencias y ofreció la colaboración francesa. La Fiscalía, como en todos los casos en que hay víctimas francesas, ha abierto una información judicial preliminar, y ha encargado la investigación a la Dirección Central de Información Interior (DCRI, en sus siglas francesas) -servicios secretos- y a la Subdirección Antiterrorista (SDAT) Es pronto todavía para saber si el objetivo del atentado eran justamente los turistas extranjeros que frecuentan este café -situado en el centro de la ciudad imperial marroquí- y, entre ellos, particularmente los franceses. Pero en todo caso parece haber cogido desprevenido al Gobierno francés. Francia no tenía en este momento "ningún temor particular respecto a Marruecos", según admitió un consejero del presidente de la República en radio RTL. Si Marruecos no era causa de preocupación, lo cierto es que el Magreb, en general, y la zona desértica del Sahel se han convertido para los franceses en zonas extremadamente peligrosas, después de que hayan sido designados como objetivo por la organización terrorista Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI). Precisamente el miércoles, Al Qaeda difundió un vídeo en que aparecen cuatro de los franceses de la empresa Areva secuestrados el pasado mes de septiembre en una mina de uranio del norte de Níger. Los secuestradores reclaman que Francia retire sus tropas de Afganistán, además de un rescate de 90 millones de euros. Las víctimas francesas de la plaza Yemaa el Fna, a falta de conocer su identidad -sólo parece confirmada la de un matrimonio originario de Marsella-, eran probablemente turistas en vacaciones. En estos momentos, dos de las tres zonas en que -a estos efectos- está dividida Francia se encuentran en plenas vacaciones escolares de primavera. Y Marruecos es un destino turístico típicamente familiar. Un periodista del semanario L'Express que se encontraba casualmente en la plaza, recogió el testimonio de una turista francesa que había viajado a la ciudad con su familia: "Yo estaba con mis hijos cuando he sentido la onda de la explosión", contaba aún bajo el shock . Marrakech es más que un destino de moda en Francia. Insignes personalidades poseen propiedades en la ciudad, como el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn; el filósofo Bernard-Henri Lévy; la propietaria de L'Oréal, Liliane Bettencourt, o -hasta su muerte- Yves Saint-Laurent. Las pasadas Navidades fueron un auténtico pasacalles de políticos de todos los colores: Brice Hortefeux, Hervé Morin, Jean-Christophe Cambadélis, Olivier Dassault... y Nicolas Sarkozy, que pasó unos días junto a su esposa, Carla Bruni, en la residencia real de Jnane Lekbir.
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