Francia e Italia se sumaron ayer al Reino Unido al anunciar el envío a Bengasi de consejeros militares para asesorar, instruir y mejorar la coordinación con las fuerzas insurgentes libias. La iniciativa de Londres, París y Roma, que refuerza –ni que sea simbólicamente– la implicación occidental contra el régimen del coronel Muamar El Gadafi, responde a la creciente presión de los rebeldes para que la OTAN les saque del atolladero militar en el que se encuentran sus fuerzas, sometidas a un fuerte castigo en la ciudad de Misrata –asediada y bombardeada violentamente por los gadafistas– e incapaces de decantar el desarrollo de la guerra en su favor. Los países occidentales hacen sin embargo, por ahora, oidos sordos a los cantos de sirena que les incitan a desplegar tropas de tierra en Libia, una eventualidad que por lo demás está explícitamente vetada por la resolución 1973 de las Naciones Unidas.
El presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, Mustafá Abdeljalil, viajó ayer a París para pedir al presidente francés, Nicolas Sarkozy, una mayor implicación militar occidental y una acción urgente en socorro de Misrata, donde –remarcó– “la situación es muy grave”. Abdeljalil, que se comprometió ante Sarkozy a instaurar en Libia un Estado democrático, no llegó a pedir, según el Elíseo, el envío de tropas terrestres occidentales.
Quien sí lo hizo fue uno de los jefes de las fuerzas rebeldes en Misrata, Abdalá Abdoullati, que reclamó el envío de soldados británicos y franceses a Libia por “razones humanitarias”. “Antes habíamos pedido que no hubiera ninguna interferencia extranjera, pero eso era antes de que Gadafi utilizara granadas Grad [de fragmentación] y aviones; ahora se trata de una cuestión de vida o muerte”, se justificó.
Como ya hiciera el primer ministro británico, David Cameron, el presidente francés se negó ayer en redondo a enviar tropas a suelo libio, posibilidad contra la que el ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, se declaró abiertamente “hostil”. Nicolas Sarkozy, en cambio, se comprometió ante su interlocutor a intensificar los ataques aéreos contras las fuerzas gadafistas y a enviar a Bengasi un equipo de consejeros militares –que no llegarán a una decena, según el ministro Portavoz del Gobierno, François Baroin– con la misión de realizar labores de enlace y mejorar la coordinación. Londres había anunciado la víspera el envío de una decena de oficiales, con el fin de asesorar a los jefes militares de la rebelión, y Roma comunicó asimismo poco después que pondrá diez instructores militares a disposición del Consejo Nacional de Transición.
El presidente estadounidense, Barack Obama, expresó ayer a través del portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, su apoyo al envío de asesores militares a Bengasi por parte de sus aliados europeos, aunque reafirmando de nuevo la política de Washington de “no enviar tropas norteamericanas sobre el terreno”. Ni tropas, ni aviones... Después de haber intervenido activamente en las tres primeras semanas en los bombardeos sobre Libia, la fuerza aérea estadounidense se limita ahora a realizar misiones de apoyo. La OTAN, en línea con lo prometido por Sarkozy al presidente del CNT libio, ha intensificado sus ataques en las últimas horas contra las posiciones de las fuerzas gadafistas –al sudoeste de Trípoli y al oeste de Ajdabiya, según la TV gubernamental y los rebeldes, respectivamente-. Pero este esfuerzo recae fundamentalmente en franceses y británicos
El envío de consejeros militares a Libia, aún en número limitado, ha empezado a levantar las suspicacias de quienes ven en ello un peligroso primer paso que podría conducir finalmente a una intervención militar directa en tierra. A fin de cuentas, recuerdan, la implicación norteamericana en Vietnam empezó así, con el envío de asesores militares. Algunos expertos señalan que los países occidentales ya tienen, de hecho, militares sobre el terreno. Jean-Dominique Merchet, especialista militar del semanario francés Marianne y autor del blog Secret Défense, explica que Francia ya tiene en Bengasi una “célula militar” integrada por una decena de militares de operaciones especiales. Otras fuentes aluden a la presencia de comandos del SAS británicos, desplegados para apoyar las operaciones aéreas.
Más allá del gesto político que representa enviar asesores militares a Bengasi, la efectividad de esta medida es asimisma puesta en cuestión. Su presencia ¿puede cambiar el signo de la guerra? Nada menos seguro. El problema fundamental reside en que, mientras las experimentadas tropas de Gadafi se han adaptado a la situación para eludir los ataquesa aéreos de los aliados –desplazándose en vehículos convencionales, confundiéndose con la población–, los rebeldes no constituyen realmente una fuerza militar.
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