viernes, 8 de abril de 2011

Viaje de ida y vuelta

Una ola de frío glacial amenaza las relaciones franco-italianas, ya relativamente degradadas en los últimos tiempos por contenciosos diversos –intervención militar en Libia, caso Lactalis-Parmalat–, a causa ahora de la presión migratoria procedente del norte de África. La decisión del Gobierno italiano, oficializada ayer por el ministro del Interior, Roberto Maroni, de conceder permisos temporales de residencia a un número indeterminado de los más de 25.000 inmigrantes norteafricanos desembarcados en la isla de Lampedusa en las últimas semanas, ha sentado francamente mal en París, que se prepara para una entrada masiva en Francia de inmigrantes tunecinos –francófonos, no hay que olvidarlo– gracias a la libertad de circulación en el espacio Schengen. El propio Maroni justificó ayer en el Parlamento italiano esta decisión alegando que la mayor parte de los inmigrantes habían expresado su intención de reunirse con familiares “en Francia y otros países europeos”.
El ministro francés del Interior, Claude Guéant, que se reunirá hoy con su homólogo italiano para preparar la próxima cumbre bilateral, prevista para el 26 de abril en Roma, abordará esta cuestión, en la que ambos países quieren implicar al conjunto de la Unión Europea. Mientras tanto, sin embargo, París ha recibido la iniciativa italiana como un gesto inamistoso y se dispone a devolverlo con la misma moneda. En otras palabras, repatriando a Italia a la mayor parte de inmigrantes norteafricanos posible.
El Gobierno francés ha decidido reforzar los controles fronterizos con Italia y ha advertido que devolverá a este país a todos aquellos inmigrantes que, pese a contar con un permiso temporal de residencia, no cumplan todos y cada uno de los requisitos previstos en la legislación comunitaria. “Si no reúnen estas condiciones, Francia tiene todo el derecho de devolverlos a Italia, y eso es lo que hará”, aseguró ayer Claude Guéant. Marino, por su parte, lamentó el “comportamiento hostil” del Gobierno francés.
La amenaza de Guéant es todo menos una bravuconada. El Ministerio del Interior francés envió al miércoles a todas las prefecturas una circular urgente en la que se dan instrucciones precisas sobre cómo actuar ante la previsible avalancha de inmingrantes tunecinos procedentes de Italia en suelo francés. La circular, cuyo contenido fue desvelado por el diario Le Figaro, recuerda que los inmigrantes de terceros países con un permiso de residencia en un Estado miembro del espacio Schengen sólo pueden permanecer en Francia durante un plazo de tres meses y siempre que cumplan otros cuatro requisitos.
Los inmigrantes deberán disponer de un permiso de residencia válido y reconocido como tal a nivel europeo –esto es, en este caso, uno de los modelos oficialmente notificados por Italia a la Comisión Europea–; aportar un documento de viaje –pasaporte– en vigor y reconocido por Francia, en el que debe figurar un sello con la fecha de entrada en el país; justificar recursos suficientes para su estancia en el país –a razón de 31 euros diarios por persona en caso de disponer de un alojamiento, o 62 euros en caso contrario–, y finalmente, no representar una amenaza para el orden público. “En consecuencia, es conveniente verificar si estas cinco condiciones se cumplen. En todos los demás casos, bajo reserva de un examen individual de la situación, los extranjeros concernidos son devueltos al Estado miembro de procedencia”, concluye la circular enviada a los prefectos, firmada por el director de gabinete del ministro del Interior, Stéphane Bouillon.
Blandiendo estas mismas condiciones, el Gobierno francés justificó el verano pasado la campaña sistemática de expulsión de gitanos de húngaros y rumanos (roms) a sus países de origen. Y se trataba de ciudadanos comunitarios. El objetivo, con los inmigrantes tunecinos y norteafricanos procedentes de Lampedusa, no es otro: expulsar al máximo número posible. Lo que implica, dado de que dispondrán de un permiso temporal de residencia concedido en Italia, devolverlos a la frontera italiana.
La concesión de estos permisos temporales de residencia por parte del Gobierno italiano –una forma de aliviar la presión facilitando su salida del país hacia el interior de Europa– sólo concierne a los inmigrantes ya desembarcados. El acuerdo entre Roma y las nuevas autoridades tunecinas prevé que los que lleguen a partir de ahora serán repatriados.

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