Abril de 1941. Pilotos de la Francia Libre integrados en la RAF británica participan a bordo de aviones Hurricane en la encarnizada defensa de Tobruk, en la costa libia, acosada por las fuerzas germano-italianas comandadas por el general Rommel, El Zorro del Desierto. Entre los pilotos de la Fuerza Aérea de la Francia Libre (FAFL) que intervienen en el norte de África, agrupados en la Escuadrilla de Caza nº 1 –más tarde rebautizada como Grupo de Caza n º 1 Alsacia–, está un joven teniente corso, Albert Preziosi, que un año antes se había unido al general De Gaulle en Londres, indignado por la rápida capitulación francesa ante las tropas nazis.
Marzo-Abril de 2011. Setenta años después de la Guerra del Desierto –un episodio fundamental de la Segunda Guerra Mundial –, los utramodernos cazabombarderos franceses Rafale y Mirage patrullan la costa este de Libia, donde en los primeros días de la ofensiva internacional atacaron a las columnas de blindados del coronel Muamar el Gadafi en defensa de los insurrectos de Bengasi.
Los cazas franceses, ahora bajo la coordinación militar de la OTAN, despegan de una base aérea militar situada en el sur de la isla de Córcega, cerca del pueblo costero de Solenzara, llamada “Capitán Albert Preziosi” en honor del aviador corso. Esta azarosa coincidencia, este curioso guiño de la Historia, ha resucitado una vieja –y todavía más asombrosa– leyenda corsa según la cual el apuesto oficial de la Francia Libre que da nombre a la base de Solenzara sería además el padre natural del coronel Gadafi...
Esta creencia, evidentemente nunca probada –aunque tampoco definitivamente desahuciada–, se fundamenta en una cierta semejanza física entre ambos, pero sobre todo en la misteriosa peripecia que Albert Preziosi protagonizó a principios de los años cuarenta en Libia durante la Segunda Guerra Mundial.
Según la historia que sus antiguos compañeros de armas contaron en su momento –la idea de una eventual paternidad de Gadafi fue aireada en los años setenta por la extrema derecha francesa para desacreditar a los nacionalistas corsos, atribuyéndoles conexiones con el régimen libio–, Preziosi se estrelló con su avión en el desierto de Libia, donde fue socorrido por una tribu de beduinos. Hay quien dice que se trataba de la tribu Senoussi , la misma a la que pertenece Gadafi.
Desaparecido durante más de un mes, al regresar a su base el propio Preziosi habría explicado haber tenido relaciones con una joven de la tribu, de las que –según se sabría más tarde– habría nacido un hijo. Hay quien sitúa el accidente del piloto corso en 1941, lo que cuadraría con la fecha de nacimiento de Gadafi, el 7 de junio de 1942. Otros hablan justamente de 1942, lo que invalidría tal hipótesis, a no ser –como los más osados aventuran– que el líder libio, que en los años setenta introdujo un cambio de calendario, hubiera nacido más tarde.
Nada hay en los archivos militares franceses que apuntale esta historia. En el pueblo natal de Preziosi, Vezzani, ni se lo creen ni se lo dejan de creer, orgullosos en cualquier caso de las hazañas de su héroe local. Todo se sostiene, bien que precariamente, en un puñado de coincidencias. El parecido, la concordancia de fechas... y los testimonios de sus camaradas, que pese a todas sus contradicciones, estaban de acuerdo en señalar que, en efecto, Preziosi tuvo un hijo en Libia.
Cuentan, aunque se trata de testigos indirectos, que en 1943 Albert Preziosi le pidió al comandante Joseph Pouliquen, cofundador del Grupo de Caza Normandía-Niemen –en el que éste se había integrado–, que si le pasaba algo, entregara una carta al hijo que había tenido en Libia. Pocas semanas después, en julio de ese año, Preziosi moría en la batalla de Kursk, en el frente ruso. De la carta nunca más se supo.
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