Un control de
identidad de una mujer musulmana vestida con el velo integral en la calle, algo
prohibido por la ley francesa desde el 2011, degeneró la noche del viernes en
violentos enfrentamientos entre jóvenes manifestantes y la policía en Trappes,
una ciudad de 30.000 habitantes de la banlieue sur de
París con una importante proporción de población musulmana. Un adolescente de
14 años resultó herido de gravedad al recibir el impacto en la cara al parecer
de una pelota de goma, o flashball, lanzada por la
policía, a consecuencia del cual podría perder el ojo. Cuatro agentes fueron
asimismo heridos de levedad y se practicaron seis detenciones. Fuerzas
antidisturbios vigilaban ayer la zona en previsión de nuevos incidentes, pero
al cierre de esta edición la situación parecía en total calma.
El origen de este nuevo brote de violencia fue el control de
identidad de una mujer que el pasado jueves esparaba el autobús en una calle de
Trappes vestida con el niqab, que oculta completamente el cuerpo y el rostro, y
sólo deja ver los ojos. La policía fue a identificarla con el fin de
denunciarla –la ley prevé una multa por vestir el velo integral en el espacio
público–, pero el marido de la mujer, de 25 años, se resistió y fue arrestado.
El fiscal de Versalles, Vincent Lesclous, asegura que el hombre –que ya ha sido
puesto en libertad– agredió a un policía, al que golpeó e intentó estrangular.
Una versión que contradice el Colectivo contra la Islamofobia en Francia a
partir del testimonio de la mujer, que acusa a los agentes de “provocación”.
La detención, en cualquiera de los casos, disparó el
malestar entre una parte de los habitantes de la población, que dice sentirse
acosada por la policía, e hizo prender la mecha de la violencia. El viernes por
la noche, un grupo de entre 200 y 400 personas, en su mayoría jóvenes, rodeó la
comisaría del barrio y empezó a lanzar piedras contra la policía. Los agentes
respondieron con el lanzamiento de pelotas de goma y gases lacrimógenos. Más
tarde, ya de madrugada, grupos de exaltados se dedicaron a cometer actos de
vandalismo, destrozando y prendiendo fuego al mobiliario urbano y a algunos
vehículos.
El ministro del Interior, Manuel Valls, calificó ayer de
“inadmisible” el ataque a la comisaría de Trappes y prometió que las fuerzas de
seguridad actuarán con firmeza para garantizar el orden público. Pero a la vez
tendió la mano, abogando por “el apaciguamiento y el diálogo”. ¡Qué palabra
dijo! La derecha y la extrema derecha se lanzaron en tromba contra el ministro
más popular del Gobierno, acusándole de mostrar “debilidad” con los
delincuentes y de abdicar ante las presiones “comunitaristas”.
Desde que en abril del 2011 entró en vigor la ley que
prohíbe vestir el velo integral –niqab, burka o cualquier otra indumentaria que
oculte la identidad– por la calle, la policía ha realizado 705 controles que
han dado lugar a 661 denuncias. En 423 de los casos se trataba de mujeres
completamente cubiertas con un velo.
La aplicación de la ley ha causado ya diversos incidentes
con la policía y ha contribuido a excitar los ánimos de unos y de otros. En
algunos barrios de algunas ciudades de la banlieue, como
Argenteuil y o la misma Trappes, algunas mujeres con velo –no necesariamente
completo– han sido víctimas de agresiones. En el caso de Trappes, dos hombres
fueron condenados el pasado día 16
a dos meses de prisión por una agresión de este tipo.
Situada en el suroeste deParís, cerca de Versalles, en la
ciudad de Trappes hay una importante comunidad islámica integrista. De allí era
originario el islamista, Alexandre D. –un joven francés convertido al islam–
que el pasado mes de mayo atacó con un cuchillo a un soldado de la vigilancia
antiterrorista en el barrio de negocios de La Défense.
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