El paro va a
empezar a bajar en Estados Unidos y en Alemania, pero no en Europa. Y desde
luego no en España, donde a finales del 2014 alcanzará, según el último informe
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el
nivel máximo del 27,8%, sólo comparable al de Grecia (28,2%). La persistencia
de este elevadísimo desempleo, que más que triplica la media de la treintena de
países de la organización (7,8%), hace que se haya disparado la proporción de
parados de larga duración, muchos de los cuales acaban perdiendo la prestación
de desempleo. Ante este drama social, la OCDE considera “necesario reforzar las
prestaciones de renta mínima con el fin de ayudar a las familias en
dificultad”.
Si esta recomendación se hace a nivel general, es
especialmente aplicable a España, donde el problema es más grave que en otros
países. Según el informe de Perspectivas de Empleo 2013, la organización
constata que el desempleo de larga duración –un año o más– ha pasado de
representar el 19,1% a finales del 2007 a alcanzar el 47% a finales del año
pasado. “Este enorme incremento es un motivo de preocupación, ya que será más
difícil para estos desempleados volver a encontrar trabajo (...), lo que
conllevará un incremento del desempleo estructural que será difícil de
deshacer”, alerta el informe.
El otro motivo de inquietud para la OCDE es el elevado paro
juvenil, que en España (del 55%) alcanza “niveles sin precedentes”. El problema
es tanto más grave que, a diferencia de otros países, una proporción baja de
los jóvenes en paro sigue algún tipo de formación. Si el porcentaje de jóvenes
que trabajan se ha reducido desde el inicio de la crisis en 21 puntos –cinco
veces más que en la media de la OCDE–, en cambio el incremento de jóvenes que
se ha matriculado para seguir estudios o alguna formación profesional no es en
absoluto equivalente. Los jóvenes que ni estudian ni trabajan –los “nini” en
España, NEET en inglés (Neither in Employement or in Education or in Training)–
han aumentado a su vez en siete puntos porcentuales. “La juventud en esta
situación es particularmente vulnerable –alerta el informe– a que esta
situación prolongada de desempleo o inactividad afecte negativamente toda su
vida laboral futura”. La generación perdida...
La OCDE elogia, como no podía ser de otra manera –puesto que
la ha alentado durante años–, la reforma laboral aprobada en España, en la
medida en que ha reducido la rigidez de la legislación laboral y la acusada
dualidad entre trabajadores fijos y temporales. A juicio de la organización,
ello debería aumentar la movilidad laboral y estimular la creación de empleo,
pero no inmediatamente... El paro bajará, dice el informe, “cuando se recupere
el crecimiento económico”.
La recuperación, sin embargo, tampoco es para mañana, como otros
informes de la OCDE han dejado también muy claro. El secretario general de la
organización, Ángel Gurría –un entusiasta de las reformas emprendidas por el
Gobierno español–, admitía ayer que el efecto de las medidas adoptadas lleva su
tiempo y que “España depende de la recuperación económica europea”, que también
se hace esperar.
En su informe, la OCDE sostiene que los preocupantes niveles
del paro juvenil, en España y en otros países, no tienen una relación directa
con la estabilización del empleo de los trabajadores de mayor edad. Y alerta,
en consecuencia, contra la tentación de recuperar las ciejas prácticas de las
jubilaciones anticipadas masivas. Ello constituiría, a su juicio, “un error
costoso”. La OCDE recomienda, en cambio, reforzar las políticas activas de
empleo, tanto la ayuda a la búsqueda de trabajo como la formación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario