lunes, 15 de julio de 2013

Optimismo contra incredulidad

“La recuperación está ahí”, aseguró François Hollande con toda la convicción de que es capaz en la tradicional entrevista televisiva emitida desde los jardines del Elíseo con motivo de la fiesta nacional del 14 de Julio, una cita que el presidente francés –con una popularidad bajo mínimos– sólo ha tardado un año en recuperar pese a haber prometido lo contrario. “La recuperación está ahí”, dijo en un intento desesperado de devolver la confianza a un país sumido en el pesimismo.

Voluntarioso, Hollande hizo gala de su inveterado optimismo y sólo le faltó hablar de “brotes verdes”, pero los escasos argumentos que puso sobre la mesa difícilmente harán mella en una Francia escéptica. El presidente francés, sin aportar las cifras, citó la recuperación de la producción industrial –que ciertamente aumentó un 2,6% en abril, pero que en mayo volvió a retroceder un 1,1%, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee)–, del consumo –un tímido repunte del 0,5% en mayo– y de los contratos. Y añadió que las previsiones de la evolución económica en el segundo semestre del año –un aumento del PIB del 0,2%, según el Ministerio de Economía– son mejores que las del primero. Magros y frágiles indicadores, sin embargo, para poder lanzar las campanas al vuelo.

Hollande insistió de nuevo en su compromiso de “invertir la curva del paro” –situado actualmente en el 10,7% de la población activa– a finales de año. Si lo consigue será, sin embargo, gracias a la masiva puesta en marcha de los denominados “contratos de futuro” –100.000 en los próximos seis meses–, dirigidos a jóvenes sin cualificación y subvencionados por el Estado. Un medio de facilitar la integración laboral de estos jóvenes pero que representa poco más que un parche.

Hollande no planteó nuevas medidas contra la crisis, convencido como está de que las ya adoptadas darán resultado a medio plazo –“La política no es magia, es una voluntad, una estrategia, una coherencia”, subrayó–, y consideró que lo más importante para salir de la crisis es “recobrar la confianza”. En este sentido, se declaró determinado a combatir el “pesimismo” crónico que desde hace años atenaza a Francia y que juzgó del todo injustificado.

Ciertamente, un país cuyos ciudadanos son más pesimistas no ya que el resto de los europeos sino incluso que los afganos –según un estudio de BVA y Gallup International– presenta una anomalía profunda. Pero el optimismo bonachón de Hollande no parece que pueda vencer su enraizada desconfianza: sólo el 23% de sus conciudadanos, según un sondeo del instituto Opinion Way, confían en el presidente.

“Lo de que la recuperación está ahí debe ser efecto del sol”, ironizó el senador ecologista Jean-Vincent Placé, mostrando hasta qué punto la incredulidad mina las filas de la propia mayoría presidencial. Si los aliados de los socialistas no se dejaron convencer, menos lo hizo la oposición. Diversas figuras de la UMP acusaron a Hollande de negar la realidad y de ser un “incompetente”.

Junto al mensaje de optimismo, el presidente francés también expuso algunos de los platos más ingratos del menú del año que viene: recorte del gasto público, nuevo aumento de impuestos –“sólo si es absolutamente indispensable, en lo ideal lo menos posible”, dijo– y reforma de las pensiones en el sentido de alargar el periodo de cotización exigido. Muy difícil, con semejante perspectiva, remontar la alegría de los franceses y cambiar la negra percepción de algunos de ellos, como Philippe: “Después de España, ahora nos toca nosotros”.


Honor para los africanos

Un sol radiante iluminó ayer las celebraciones de la fiesta nacional francesa, desmintiendo la maldición de la lluvia que se asocia a François Hollande desde el 14 de Julio del año pasado. Los Campos Elíseos presentaron sus mejores galas para el tradicional desfile militar, en el que participaron 4.823 personas y 265 vehículos, además de aviones y helicópteros. Este año, los países africanos comprometidos en la intervención militar en Mali contra los grupos armados yihadistas figuraban en lugar destacado. En el desfile participaron, junto a un destacamento de las unidades francesas comprometidas en la intervención, una compañía de soldados malienses y otra del contingente africano enviado por decisión de la ONU. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon; el presidente interino de Mali, Dioncounda Traoré, los ministros de Defensa de 13 países africanos y el presidente de Croacia, Ivo Josipovic, fueron los invitados de honor.



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