Ningún culpable.
El Tribunal Correccional de París no ha encontrado ningún responsable francés,
ninguno, en el escándalo del fraude del programa de la ONU Petróleo por
Alimentos aplicado en Iraq entre 1996 y el 2003, como si a ojos de la justicia
francesa nunca hubiera existido. Los veinte acusados, sin excepción, fueron
ayer absueltos, entre ellos el ex ministro Charles Pasqual y el presidente del
grupo petrolero Total, Christophe de Margerie. Ocho años de instrucción y un
mes de juicio –celebrado el pasado mes de enero– han acabado absolutamente
evaporados
.
El programa Petróleo por Alimentos fue instaurado por
decisión de la ONU en 1995 para aliviar la situación de la población iraquí,
que sufría directamente las consecuencias del embargo internacional decretado
contra el régimen de Sadam Hussein por la invasión de Kuwait en 1990. El
programa permitía a Bagdad, bajo supervisión de la ONU, vender una parte de su
producción petrolífera con el objetivo de adquirir alimentos y medicamentos.
Sin embargo, el régimen montó enseguida un sistema paralelo para captar
comisiones fraudulentas.
Descubierto por Estados Unidos tras la guerra del 2003 –en
la que Sadam Hussein fue derribado–, la dimensión del fraude fue evaluada
posteriormente por la ONU en un informe oficial en entre 10.000 y 40.000
millones de dólares (de 7.800
a 31.000 millones de euros). Unas 2.200 sociedades de
una sesentena de países habrían estado involucradas.
El régimen iraquí, por un lado, exigía a los compradores de
su petróleo un sobreprecio en negro y a los vendedores de suministros el pago
de comisiones ilegales, que a través de circuitos opacos acababan llegando a
Bagdad. Por otra parte, Sadam Hussein adjudicaba partidas de petróleo a
personalidades amigas –que luego las revendían a terceros– en teórico pago a
sus gestiones en favor del levantamiento del embargo.
Un total de 19 personalidades francesas y una persona
jurídica –la petrolera Total– se sentaron el pasado mes de enero en el
banquillo acusados por haber presuntamente participado a diversos niveles en el
fraude. Además de Charles Pasqua y Christophe de Margerie –actual presidente de
Total y responsable en la época de Oriente Medio en la rama de
Explotación-Producción–, estaban entre otros Jean-Bernard Mérimée, ex embajador
de Francia ante las Naciones Unidas y ex consejero especial del entonces
secretario general de la ONU, Kofi Annan; Bernard Guillet, ex consejero
diplomático de Charles Pasqua, y Serge Boidevaix, ex secretario general del
Quai d’Orsay. Los dos últimos habían admitido haber recibido decenas de
millones de barriles de petróleo.
La sentencia del Tribunal Correccional de París, que causó
ayer una gran sorpresa en medios jurídicos–por cuanto echa por tierra todo el
trabajo de los jueces instructores y desautoriza en gran medida el requerimiento
de la fiscalía, que solicitaba multas para buena parte de los implicados–,
considera que en ninguno de los casos han podido probarse los delitos que se
imputaba a los acusados. Ni el tráfico de influencias –pues no se ha podido
establecer que los acusados ejercieran efectivamente influencia alguna–, ni la
corrupción –por cuanto tampoco ha podido demostrarse que el pago de comisiones,
pagadas el Estado iraquí, supusiera el enriquecimiento de un agente público
extranjero–.
El exministro del Interior Charles Pasqua, de 86 años, una
de las figuras históricas del gaullismo, para quien el propio fiscal pedía la
absolución, se felicitó ayer mismo por el fallo, aunque lamentó que “hayan sido
necesarios ocho años para establecer lo que era una evidencia”.
El paseíllo de Sarkozy
“Esta no es mi rentrée política”,
declaró ayer Nicolas Sarkozy a través de su cuenta de Twiter, que había
permanecido silenciosa desde la derrota del 6 de mayo del 2012. Pero si no lo
fue, lo pareció enormemente. El expresidente francés acudió ayer tarde a una
reunión extraordinaria del buró político de la UMP, formalmente convocada para
abordar el problema económico que ha abierto el rechazo del Consejo
Constitucional a las cuentas de la campaña del 2012. Pero la reunión –celebrada
a puerta cerrada– fue ampliada a todos los parlamentarios del partido y
Sarkozy, recibido en la sede de la UMP como si fuera el festival de Cannes,
hizo más bien un discurso de política general. Sus principales ideas las
difundió él mismo en una quincena de tuits...
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