sábado, 6 de julio de 2013

Sarkozy está de vuelta

Nicolas Sarkozy ha vuelto. El regreso del ex presidente francés a la arena política, un año después de su derrota frente a François Hollande, ha dejado de ser una hipótesis para convertirse en una certeza que amenaza con trastocar completamente el panorama político y causar un seísmo en la Unión por un Movimiento Popular (UMP), rompiendo el inestable equilibrio entre los dos principales aspirantes a recoger el testigo y encabezar la candidatura de la derecha al Elíseo en el 2017, el ex primer ministro François Fillon y el presidente interino del partido, Jean-François Copé.

La sentencia del Consejo Constitucional que ha rechazado las cuentas de campaña de la UMP en las elecciones presidenciales del 2012 –colocando a esta fuerza política en una dramática situación económica– ha sido el detonante de este retorno anticipado, acaso prematuro pero en ningún caso precipitado: Sarkozy llevaba tiempo mordiendo las bridas y piafando por volver a la carrera, como de forma insistente mostraba a todo aquel que le visitaba en su despacho oficial de jefe del Estado retirado. Sus amigos han ido preparando el terreno en las últimas semanas y sus huestes más fieles en la UMP –la corriente La Derecha Fuerte, de Guillaume Peltier y Geoffry Didier– han organizado para hoy una fiesta en La Ferté-Imbault en la que el retorno de Sarkozy estará en el centro del encuentro.

El hecho de que Sarkozy esté directa o indirectamente involucrado en varios asuntos judiciales –desde el caso Bettencourt al caso Tapie, pasando por la supuesta financiación de la campaña del 2007 por Gadafi– no parece ajeno a su rápido regreso.

Hasta ahora, su condición de miembro nato del Consejo Constitucional –y su deber de reserva– le impedían toda implicación política pública. Pero su dimisión, anunciada el jueves, le libera. Nicolas Sarkozy no ha tardado nada en hacer uso de su recobrada “libertad de palabra” y ayer mismo, a través de Facebook, hizo un llamamiento a sus seguidores para movilizarse en defensa de la UMP, de la que se presenta poco menos que como el salvador. Tras advertir que la sentencia del Consejo Constitucional “pone en peligro” al partido y, por extensión, al pluralismo político, el ex presidente se muestra determinado a asumir de nuevo el liderazgo de la derecha: “Yo debo asumir mis responsabilidades comprometiéndome por la garantía de una expresión democrática libre en nuestro país. Yo os pido que me ayudéis movilizándoos, como yo voy a hacerlo, con este fin”, escribe.

El próximo lunes, Sarkozy acudirá –por primera vez en un año– a una reunión extraordinaria del buró político de la UMP, convocada precisamente para abordar las consecuencias de la sentencia del Consejo Constitucional. Y parece impensable que no tome personalmente las riendas para la resolución de la crisis. ¿Quién va a contestarle el liderazgo? Desde luego, no lo va a hacer Copé.

El fallo del Consejo Constitucional –que confirma uno anterior de la Comisión Nacional de Cuentas de Campaña–, ha invalidado las cuentas de la campaña presidencial del 2012 de Sarkozy por haber sobrepasado en algo más de 400.000 euros (un 2,1%) el límite de gasto legalmente permitido, al cargar algunos de los gastos a los presupuestos del Elíseo. Como penalización, la UMP no cobrará los cerca de 11 millones de euros de financiación pública a la que tendría derecho.

La sanción cae en un momento muy delicado para la UMP, cuyas finanzas ya no eran demasiado boyantes. Por esta razón, Jean-François Copé lanzó ayer mismo una cuestación pública, dirigida a militantes y simpatizantes, con el fin de recaudar fondos.

Si Nicolas Sarkozy se ha abstenido de calificar la sentencia del Consejo Constitucional –en la que, por razones obvias, él no participó–, sus comentarios cuestionan implícitamente el fallo, que a su juicio pondría en peligro el pluralismo democrático. Su sucesor en el Elíseo, el presidente François Hollande, le llamó indirectamente la atención desde Túnez: “El Consejo Constitucional debe ser respetado plenamente. Nadie puede ponerlo en cuestión sin poner en cuestión el conjunto de las instituciones”. 


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