jueves, 7 de marzo de 2013

Sarkozy amenaza con volver


“A Sarkozy ya no le verás más”. François Hollande no pudo reprimir su tendencia natural a la broma cuando un niño le interpeló días atrás en el Salón de la Agricultura y se quejó de no haber podido ver nunca a su antecesor en el Elíseo. A Nicolas Sarkozy no debió gustarle nada, pero nada, la guasa del presidente francés. Hasta el punto de romper el silencio que guardaba desde su derrota electoral de hace diez meses y proclamar su disposición a retomar las riendas de Francia, naturalmente por el bien del país...

En unas declaraciones efectuadas al semanario Valeurs Actuelles, publicadas en el número que llega hoy a los quioscos, el ex presidente francés se despoja poco a poco de la ambigüedad que había mantenido hasta ahora sobre su eventual retorno a la política activa. Tras hacerse el remolón y decir que “no tiene ganas” de regresar a un mundo que le “aburre mortalmente”, Sarkozy muestra su determinación de concurrir a las elecciones presidenciales del 2017 si el país le necesita. “Llegará desgraciadamente un momento (en que la situación será tan grave) que la pregunta ya no será si uno tiene ganas, sino si uno tiene elección. (...) En ese caso tendría la obligación de ir. No por ganas. Por deber. Únicamente porque se trata de Francia”, afirma.

Para que no quede ninguna duda, el panorama que pinta Sarkozy no puede ser más desolador: “Habrá una crisis social, habrá una crisis financiera de una rara violencia y esto acabará en disturbios políticos”, asegura el ex presidente de la República, quien vaticina “acontecimientos graves”. Ante un horizonte tan catastrófico, su mujer, Carla Bruni –opuesta a volver a sumergirse en la tumultuosa vida política–, ya puede empezar a prepararse. Y sus compañeros de filas también...

A priori, Sarkozy cuenta con una opinión pública enormemente benevolente. Tanto más cuanto que la confianza en su sucesor, François Hollande, aparentemente incapaz de frenar la crisis y el aumento del paro, ha llegado a niveles bajísimos: con un 30% de popularidad, según un sondeo de TNS Sofres –peor que ningún otro presidente desde François Mitterrand tras diez meses de mandato, Sarkozy incluido– y un descontento que asciende al 68% de los ciudadanos, según otra encuesta de BVA, el presidente francés engrandece indirectamente la controvertida figura de su antecesor, a quien una mayoría de franceses juzgan hoy más capaz.

Los electores de la derecha siguen pensando de forma infatigable –como apunta aún otro estudio de opinión, de Ifop– que Sarkozy es el mejor candidato posible para las elecciones al Elíseo del 2017 (un 56%), muy por delante de su ex primer ministro, François Fillon (17%) y los demás.

La salida de Sarkozy fue acogida con críticas e ironía por el Gobierno socialista, que no se abstuvo de atribuir a la política del ex presidente todos los males actuales. “Sarkozy dejó una Francia con un crecimiento cero, 600.000 millones de euros de déficit de más y un millón de parados de más”, subrayó el ministro de Economía, Pierre Moscovici.

Pero en el principal partido de la derecha, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), nadie –o casi nadie– se puso a tirar cohetes para celebrar el retorno del salvador de la patria, si se exceptúan a los jóvenes lobos sarkozystas de la Derecha Fuerte, la corriente más votada en el último congreso del partido. El ex primer ministro Alain Juppé consideró “totalmente prematuro” abrir este debate y consideró que “la prioridad es reconstruir el proyecto político de la UMP”.

En la misma línea, aunque más tajante, se expresó François Fillon, quien hace tan sólo una semana explicitó su ambición de presentarse a las primarias para la elección del candidato al Elíseo en el 2017. “Hay que repensar el proyecto político. No vamos a decir a los franceses que volvemos con el mismo proyecto que nos hizo perder”, fulminó.




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