miércoles, 27 de marzo de 2013

Chipre une a Rajoy y Hollande


No habrá un segundo Chipre, no debe haberlo. España y Francia están completamente de acuerdo a este respecto, así como en el principio “irrevocable” de que la Unión Europea, a través de la futura unión bancaria, debe garantizar los depósitos bancarios de los ciudadanos. En este sentido, el acuerdo alcanzado en el seno de la zona euro para el rescate del sistema bancario chipriota debe considerarse un caso “único”, “extraordinario” y “excepcional”, en suma, irrepetible. Así lo subrayaron ayer en París el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el presidente de la República francesa, François Hollande, que enmendaron la plana al bisoño presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, quien la víspera había sugerido –según él, por un deficiente dominio del inglés– todo lo contrario. Rajoy y Hollande se reunieron en el Elíseo por espacio de una hora, antes de deplazarse juntos hasta el Stade de France para asistir al encuentro de clasificación para el Mundial de fútbol entre Francia y España.

Rajoy y Hollande, como no hace tanto tiempo Zapatero y Sarkozy –y sus antecesores–, demostraron una vez más que entre Madrid y París la sintonía en los asuntos europeos tiene cimientos muy sólidos y trasciende las diferencias políticas e ideológicas de los gobiernos respectivos.

Los presidentes español y francés empezaron por remarcar que la crisis de Chipre, propiciada por un sistema bancario hipertrofiado y que ha actuado como paraíso fiscal –preferentemente para las grandes fortunas rusas–, no hubiera sucedido si la unión bancaria europea, que acordó crearse en la cumbre de la UE de junio del 2012, fuera ya una realidad. Constatación que llevaba implícita una crítica a la canciller alemana, Angela Merkel, que es quien ha retrasado su implantación.

Mariano Rajoy consideró que el acuerdo finalmente alcanzado para el rescate del sistema bancario de Chipre es bueno, en la medida en que salva los depósitos inferiores a 100.000 euros. “El problema del sistema bancario chipriota es distinto al del resto de países de la UE. Por eso la decisión adoptada es extraordinaria y única, sólo aplicable a Chipre”, remarcó Rajoy, quien amonestó implícitamente al presidente del Eurogrupo por sus afirmaciones: “Es muy importante, a la hora de hacer declaraciones, ser prudente, preciso, mesurado y atenerse a los acuerdos adoptados”, dijo.

Cualquier otra crisis bancaria que pueda producirse en el futuro, añadió, deberá resolverse a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEE) y por ninguna otra vía. “España siempre estará en contra de utilizar los depósitos de la gente”, añadió.

En la misma línea, François Hollande consideró que la garantía de los depósitos bancarios debe ser un “principio absoluto e irrevocable” de la futura unión bancaria europea. “Se trata de un principio que debe ser respetado, porque da confianza”, afirmó el presidente francés, quien al igual que el mandatario español añadió que el MEE debe ser el vehículo de resolución de eventuales crisis bancarias en el futuro. El tratamiento dado a Chipre es “excepcional, específico, único”. Más sintonía, imposible.

Tanto Rajoy como Hollande expresaron su interés común en que el próximo Consejo Europeo previsto el mes de junio dé finalmente carta de naturaleza a la unión bancaria y no haya nuevas dilaciones. “España está por una auténtica unión fiscal, económica y política, por una mayor integración europea”, remachó el español, mientras el francés –acomplejado todavía por el fracaso del referéndum de la Constitucion europea en el 2005– miraba al tendido.

Tanto Hollande como Rajoy, obligados ambos a lidiar con malas noticias en el terreno del empleo –las previsiones del Banco de España vaticinan un paro del 27,1% este año, mientras que en Francia está rozando un récord histórico con 3,18 millones de personas sin trabajo (más del 10%)–, insistieron asimismo en la necesidad de que Europa tome medidas para fomentar la actividad. El presidente francés, que hasta ahora ha escapado a la política de austeridad. fue quien más puso el acento en la necesidad de encontrar un “equilibrio” entre la reducción del déficit y el fomento del crecimiento.

Los presidentes español y francés sólo discreparon en un asunto, uno solo: el pronóstico deseado para el partido de fútbol entre Francia y España. Hollande, en un falso gesto de equidad, abogó por un empate –claramente beneficioso para Francia, que antes de empezar avetajaba a España por dos puntos en la clasificación–. Rajoy apostó por la victoria española, el único resultado positivo para la selección de Del Bosque. “Con esta constatación de desacuerdo les vamos a dejar”, se despidió sonriente el presidente francés.



No hay comentarios:

Publicar un comentario