El 2013 tenía que ser el año de empezar a
levantar cabeza. Superada la crisis de la deuda en la zona euro, la economía volvería
a arrancar, el saneamiento de las finanzas públicas podría abordarse sin dolor
y la curva del paro empezaría a invertirse. Alicia en el país de las maravillas
no habría imaginado un escenario mejor al esbozado por François Hollande. Sin
embargo, la dura realidad ha acabado atrapando al presidente francés, que se
enfrenta finalmente a la necesidad ineludible de hacer recortes en el gasto
público.
En mayo del año pasado, el candidato Hollande vaticinaba un
crecimiento del PIB en el 2013 del 1,7%... una hipótesis que hoy puede parecer
absolutamente descabellada pero que él calificaba entonces de “prudente y
realista”. Una vez en el Gobierno, tan optimista previsión tuvo que ser
corregida drásticamente y el presupuesto del Estado para este año la rebajó a
menos de la mitad. La nueva meta, un 0,8%, ya pareció inalcanzable a los más
pesimistas. Y lo peor es que han acabado teniendo razón.
A falta de que el Ejecutivo fije un nuevo horizonte –en
principio, el próximo mes de abril–, la Comisión Europea ya lo ha hecho en su
lugar y ha vaticinado un escuálido 0,1%. Esto es, encefalograma plano. El
panorama que se abre para Francia, con un estancamiento total de la economía y
una seria amenaza de recesión al mínimo tropiezo, ha hecho saltar por los aires
el escenario soñado por Hollande.
Quienes acusaban al presidente francés de remolonear y
eludir las decisiones impopulares a la espera de un milagro, de jugar al
cronómetro confiando en el arranque de la economía mundial –como esos equipos
que marean la pelota a la espera de que el árbitro pite el final del partido–,
se friegan hoy las manos al grito de ya lo decíamos nosotros.
La consecuencia directa de este frenazo, que se suma al del
2012 –que al final acabó en un pelado 0%–, es el descontrol del déficit, que en
lugar de reducirse al 3% como París se había comprometido, acabará –según los
cálculos de Bruselas– en el 3,7%, y repuntará en el 2014 al 3,9%...
François Hollande, que había hecho del cumplimiento del
objetivo de déficit del 3% casi una cuestión de Estado –la piedra de toque de
la credibilidad de su política económica– ha tenido que rendirse a la evidencia
de que ya es inalcanzable. El presidente, y detrás de él todo el Gobierno,
aseguran, prometen y juran que el objetivo de alcanzar el equilibrio de las
finanzas públicas –esto es, el déficit cero– en el 2017 se mantiene y se
mantendrá contra viento y marea... Algo parecido a lo que se decía del 3% hace
tan sólo un par de meses. O sea, ayer.
París ha desplegado en las últimas semanas todas sus artes
diplomáticas y su peso político para apaciguar a Berlín y evitar sanciones de
parte de Bruselas, que –a la vista de la situación general en toda la UE y ante
las promesas de reformas estructurales– se ha mostrado llamativamente
comprensiva. Pero no habrá una segunda oportunidad. Francia se sabe desde ahora
bajo vigilancia.
La receta aplicada por Hollande desde su elección, así en el
segunso semestre del 2012 como en el 2013, no va a servir ya para el 2014.
Contrario a la política de austeridad aplicada e impuesta a rajatabla por la
canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés no ha abordado hasta
ahora una reducción sustancial del gasto público. Cierto, algunos ministerios
–el de Cultura entre ellos, que ha tenido que abandonar algunos proyectos por falta
de presupuesto– se han tenido que apretar el cinturón, pero para mejor
alimentar a los tres departamentos prioritarios: educación, seguridad y
justicia. Pero globalmente el gasto público no se ha reducido, sino que incluso
ha aumentado ligeramente. El esfuerzo, ya de por sí notable viendo la
trayectoria de las finanzas públicas en las últimas décadas, se ha centrado en
contener el gasto y en impedir que aumentara al ritmo previsible. Pero la
factura es esencialmente la misma.
Para lograr frenar el déficit, que aún con todas las
dificultades acabará bajando, Hollande lo había apostado todo hasta ahora al
aumento de la presión fiscal. El presupuesto rectificativo del 2012 y el
presupuesto ordinario del 2013 representaron sumados un esfuerzo de 27.000 millones
de euros en más impuestos. Y cara al 2014 el ministro del Presupuesto, Jérôme
Cahuzac, ha advertido ya que hará falta encontrar aún 6.000 millones de euros
adicionales de ingresos de carácter fiscal para el año que viene.
El problema de Hollande es que este recurso ya no da más de
sí. Incluso en el seno del Partido Socialista –desde su secretario general,
Harlem Désir, hasta el presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone– se
han alzado voces advirtiendo que no se puede exprimir más a los franceses y que
toca que el Estado se apriete de verdad el cinturón. El ala izquierda del PS y
las fuerzas a su izquierda –el PCF y el partido de Jean-Luc Mélenchon–
presionan en sentido contrario. El ambiente es tenso y el secretario general
del sindicato CGT, Bernard Thibault, ha apelado a una movilización para al
martes, día 5, contra la política económica del Gobierno en general y el
proyecto de reforma laboral en particular.
Hollande no da pistas sobre lo que piensa hacer, más allá de
que junto a la nueva vuelta de tuerca en materia fiscal habrá que empezar a
recortar en serio. Hasta el punto de que las cuentas públicas del 2014, esta
vez sí, comportarán una auténtica disminución del gasto global. Algunos medios
hablan de 15.000 millones de euros en nuevos recortes. Pero nada está todavía
determinado. Y menos aún por dónde pasará la tijera. Todos los ministerios
serán llamados a contribuir, en una u otra medida. En todo caso, lo que parece
perfilarse ya en el horizonte, con toda la conflictividad social que puede
generar, es una nueva reforma del sistema de pensiones.
El paro se acerca al récord histórico
A finales del 2012, el paro se situaba en Francia en el
10.3%. Con el aumento registrado en enero, el número de parados es ya de
3.169.000 personas, una cifra que se acerca al récord histórico de 1997:
3.195.500
La buena nota de Standard & Poor’s
La agencia de calificación Standard & Poor’s ha elogiado
en un reciente informe las medidas adoptadas por el Gobierno francés para
mejorar la competividad de las empresas. La nota, sin embargo, sigue en AA+.
Reducción del déficit comercial
En el 2012, el déficit comercial francés, que en el 2011
había alcanzado el récord de 74.000 millones de euros, se redujo el año pasado
a 67.200 millones. Las exportaciones subieron el 3,2% y las importaciones el
1,3%
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