Violentamente
atacado por la derecha por el proyecto de legalización del matrimonio entre
homosexuales, acosado por una desmoralizante sucesión de cierres y planes de
reducción de plantilla en la industria, enfrentado a un creciente malestar
entre los funcionarios públicos, François Hollande parece determinado a
rentabilizar al máximo una de sus principales bazas políticas: el éxito militar
de Francia en Mali.
Tan sólo tres semanas después de iniciada la intervención
militar francesa contra los grupos armados islamistas en el norte de Mali, de
cuyas ciudades han sido expulsados, el presidente francés viajará hoy a este
país africano para visitar a las tropas francesas y reunirse con las
autoridades malienses. Y de paso darse un pequeño baño de masas como el que se
dio Nicolas Sarkozy en Bengasi, en el 2011, tras la caída del coronel Muamar el
Gadafi en Libia.
A nivel interno, la intervención en Mali –apoyada por el 75%
de los franceses, según un sondeo del instituto BVA– le ha servido ya a
Hollande para recuperar un poco su maltrecha popularidad, que ha ascendido –por
primera vez en su elección– del 40% al 44%. La percepción del presidente
francés como un hombre competente y capaz de tomar las decisiones necesarias ha
avanzado de forma considerable (de 38% a 46% y de 31% a 48%)
El viaje de Hollande a Mali, donde permanecerá menos de 24
horas, se produce cuando las operaciones militares están lejos de haber
terminado. Expulsados de las ciudades que habían tomado la primavera pasada,
los islamistas se han replegado a las montañas, pero no están definitivamente
vencidos. La región de Kidal, al nordeste del país, tampoco está todavía del
todo controlada.
Si la premura de la visita puede sorprender, más chocante
resulta la publicidad que el Elíseo ha dado a un viaje que, dados los riesgos,
normalmente se habría mantenido en secreto hasta el último momento. Por el
contrario, la presidencia maliense, a través de su cuenta en Twiter, avanzó
ayer mismo el programa previsto para hoy: aterrizaje en el aeropuerto de
Sevaré, en el centro del país, donde será recibido por el presidente interino
del país, Dioncounda Traoré; visita a la ciudad de Tombuctú y a las tropas
franco-malienses allí desplegadas; comida de trabajo en la capital, Bamako...
Hollande irá acompañado por los ministros de Exteriores, Laurent Fabius; de
Defensa, Jean-Yves Le Drian, y de Desarrollo, Pascal Canfin.
“Voy a Mali a trasladar a nuestros soldados todo nuestro
apoyo y nuestro orgullo; a decir los africanos que necesitamos que se sumen lo
más rápido posible a la fuerza internacional, y a promover que haya un diálogo
que permita a Mali recuperar la estabilidad y el espíritu de concordia”, afirmó
Hollande durante una visita oficial en Val d’Oise.
Paralelamente, la organización Amnistía Internacional –como
ya hiciera Human Rights Watch– denunció ayer casos de violación de los derechos
humanos, no sólo por parte de las milicias islamistas, sino también del
ejército regular maliense, que habría ejecutado a 13 sospechosos de
colaboración con los yihadistas. También pidió que se investigue un bombardeo
en Konna que costó la vida a cinco civiles.
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