François Hollande ha
necesitado ocho meses de gestación para encontrar un destino político
adecuado a Ségolène Royal bajo el nuevo poder socialista. La ex mujer del
presidente francés y malograda candidata del PS al Elíseo en el 2007 será
nombrada hoy vicepresidenta y portavoz del Banco Público de Inversiones (BPI),
el nuevo instrumento financiero con que el Gobierno pretende inyectar dinero a las
pequeñas y medianas empresas, y dar un poco de aliento a la átona economía
francesa. Royal, que preside la región Poitou-Charentes, fue nombrada ya el
lunes miembro del consejo de administración del BPI en representación de las
regiones. Su puesto no será remunerado.
Con el fracaso cosechado en las elecciones legislativas de
junio del año pasado, en las que fue derrotada por un disidente socialista,
Ségolène Royal vio frustrado su objetivo de acceder a la presidencia de la
Asamblea Nacional y tener, así, un destino político de ámbito nacional. La
derrota fue tanto más amarga cuanto que su rival recibió el estentóreo apoyo de
la nueva primera dama de Francia, Valérie Trierweiler, la nueva compañera
sentimental del padre de sus cuatro hijos. El gesto desplazado de Trierweiler
–del que ella se arrepintió públicamente después– puso en una situación
políticamente delicada a François Hollande, quien más que nunca quedó obligado
a buscarle un destino político aceptable a su ex compañera.
La mezcla de las esferas pública y privada ha convertido la
tarea del presidente en un ejercicio arduo. Reivindicando su legitimidad para
ejercer un papel importante en el “dispositivo” del nuevo poder socialista,
Royal acariciaba la posibilidad de ser nombrada ministra. Pero la entrada de su
antigua rival sentimental en el Gobierno, y por tanto en el círculo más próximo
del jefe del Estado, fue vetada personalmente por Trierweiler. “No necesito un
premio de consolación”, advirtió a su vez Royal, determinada a no aceptar
cualquier cosa.
Hollande ha conseguido finalmente situar a su ex mujer en un
puesto que le satisface –Royal siempre había defendido la idea de crear una
entidad como el BCI, que ya había puesto en práctica en su región– y bajo la
benevolente complicidad del presidente del Banco, Jean-Pierre Jouyet, un amigo
de hace más de treinta años de la ex pareja.
Jouyet valoró ayer la cualidades de Ségolène Royal en tanto
que “figura política de primer plano” y sus “dotes de comunicadora”, y añadió
que su elección como vicepresidenta permitirá además cumplir con el principio de
paridad de sexos en la cúpula directiva del nuevo banco público.
La oposición recibió de uñas el nombramiento de Royal,
considerándolo una muestra más de la política de Hollande de “colocar a sus
amigos” en todas las instituciones y organismos del Estado. Varios diputados de
la UMP criticaron esta elección, pero hubo uno, Lionnel Luca, que puso el dedo
en la llaga: “¿Qué se hubiera dicho si Nicolas Sarkozy hubiera nombrado a
Cécilia?”.
Trierweiler ataca a su revista por sus “fotos de
mierda”
Para que una periodista llame al director de la revista para
la que trabaja y deje un mensaje en el contestador criticando los reportajes
“de mierda” y las “fotos de mierda” que publica su “periódico de mierda” ha de
tener un terrible carácter y gozar de un estatus muy especial. Es el caso de
Valérie Trierweiler. Según Le Canard Enchaîné, la
primera dama dejó un mensaje con tales imprecaciones al director de Paris Match, encolerizada por un reportaje en la que se
la veía en un “paseo amoroso” con François Hollande.
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