Un encadenamiento fatal de fallos técnicos y errores humanos arrastró, el 1 de junio del 2009, al vuelo AF447 de Air France entre Río de Janeiro y París al fondo del Atlántico, acabando con la vida de las 228 personas –216 pasajeros y 12 tripulantes– que viajaban en el avión. Ninguno de los ocupantes sobrevivió al brutal impacto del aparato –un Airbus A-330– contra el muro negro del océano, tras un vertiginoso descenso a 200 kilómetros por hora. En plena noche, en medio de fuertes turbulencias, con los motores del avión a toda potencia y el morro levantado, dirigido hacia un cielo que se escapaba, nadie se dio cuenta a ciencia cierta de lo que estaba sucediendo. Ni siquiera los propios pilotos. La tragedia se desencadenó a las 2.10h de la madrugada y todo se decidió en sólo cuatro minutos.
El informe definitivo de la investigación, presentado ayer en el Museo del Aire y del Espacio, en el aeropuerto de Le Bourget (al norte de París), por el Bureau d’Enquêtes et d’Analyses (BEA), confirma que el factor desencadenante del accidente fue el fallo simultáneo de las tres sondas Pitot que sirven para medir la velocidad del avión. Obturadas por la escarcha, la inutilización temporal de las sondas provocó la desconexión del piloto automático y otros automatismos. Los fallos de este modelo de sondas (marca Thales) ya habían sido detectados en 2008 y Air France acababa de empezar a sustituir las sondas en su flota. Demasiado tarde.
El fallo de las sondas por sí solo, sin embargo, no causó el accidente. Éste sobrevino por la forma equivocada en que los dos copilotos que estaban en aquel momento a los mandos –el comandante se había retirado a descansar– afrontaron el problema. El primer copiloto, sin comprender exactamente cuál era el verdadero origen de la disfunción, no aplicó el procedimiento previsto. Ganó altura y en unos segundos perdió el control de la trayectoria del avión. “Sus acciones fueron bruscas y excesivas, inadaptadas a un vuelo de gran altitud”, señaló ayer el director de la investigación, Alain Bouillard. Menos de medio minuto después, el aparato perdió sustentación y se disparó la alarma (stall). La incomprensión fue en aumento: “La tripulación nunca comprendió que caía y en consecuencia nunca aplicó una maniobra de recuperación”, indica el informe del BEA.
Para recuperar el avión, los pilotos deberían haber hecho un picado. Pero hicieron todo lo contrario. Los investigadores apuntan la posibilidad de que el copiloto a los mandos, desconcertado, se aferrara a las indicaciones erróneas de los Directores de Vuelo (DV), un sistema de navegación que en caso de emergencia debe ser desconectado precisamente para evitar confusiones. Los pilotos, desbordados por una multitud de mensajes y alarmas, quizá ni siquera oyeron la alerta –exclusivamente sonora– de pérdida de sustentación. Entre sus 25 nuevas recomedaciones de seguridad –que se añaden a las otras 16 ya expuestas con anterioridad– el BEA pide mejorar las indicaciones que reciben los pilotos en el cockpit. Y también su formación y entrenamiento, que a su juicio no les prepara para afrontar situaciones extremas.
“Las condiciones en las que los pilotos de línea son formados y el proceso de mantenimiento de competencias no genera los comportamientos esperados con una fiabilidad aceptable”, concluye. No es que los pilotos del AF447 fueran negligentes. Lo mismo podía haberles pasado a otros.
Investigación judicial paralela
El director del BEA, Jean-Paul Troadec, subrayó ayer que el informe de este organismo –de carácter estatal– sólo busca mejorar las condiciones de seguridad, no es su función establecer responsabilidades ni señalar culpables. “Ha habido acusaciones injustas contra los investigadores del BEA”, se quejó, aludiendo a las críticas de algunos familiares de las víctimas, que les acusan de exculpar a Airbus y Air France. El fabricante y la compañía aérea están imputadas por homicicio involuntario en la causa que se sigue paralelamente por la vía judicial. El informe del BEA no es al final tan diferente del informe de los peritos judiciales sobre las causas del accidente.
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