En plena efervescencia
mundialista, el alcalde de Niza, el sarkozysta Christian Estrosi,
prohibió –antes de que la justicia le enmendara la plana– la exhibición de
banderas extranjeras en la ciudad. No pensaba en la de Alemania, naturalmente,
ni en la de Brasil... sino en la de Argelia, abundantemente ondeada por los
aficionados francoargelinos mientras duraron las hazañas futbolísticas de los 'fenec'. Ayer, la bandera de Argelia desfiló por los
Campos Elíseos, con motivo de la fiesta nacional del 14 de Julio –dedicada este
año al centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial–, junto a la de cerca
de 80 países beligerantes. Y no lo hizo sin levantar ampollas a un lado y otro.
“Esta presencia militar vergonzosa sobre el suelo francés es
una provocación indigna y el signo de un gran desprecio hacia todos los muertos
y desaparecidos, víctimas de ese ejército”, protestó en cuanto se conoció la
invitación el ultraderechista Frente Nacional (FN), cuyo rechazo a la presencia
militar argelina en el desfile del 14 de Julio sólo era superada por los
descendientes de los 'harkis', los combatientes argelinos
que lucharon en las filas del ejército colonial francés durante la Guerra de
Argelia (1954-1962) y que fueron masacrados o forzados al exilio tras la
independencia.
Más de cincuenta años después, la guerra sigue atormentando
la memoria histórica de franceses y argelinos. Al otro lado del Mediterráneo,
la decisión del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, de aceptar la invitación
de su homólogo francés, François Hollande, también fue objeto de polémica.
Algunas asociaciones argelinas, como la Organización Nacional de los
Muyahidines, protestaron y argumentaron que antes de participar en un acto así
Francia debería pedir perdón por su dominación colonial...
Los tres militares argelinos –un abanderado y dos soldados
de escolta– que participaron en el desfile, así como los de diversos países de
la llamada 'Françafrique', tenían simbólicamente todo el
derecho a hacerlo. Durante la Gran Guerra, Francia movilizó en sus filas a
137.000 soldados de sus entonces colonias, de los que 28.250 perecieron en los
campos de batalla de Europa. En aquel momento, sin embargo, no lucharon bajo su
propia bandera...
El tradicional desfile militar del 14 de Julio estuvo
dedicado a conmemorar el centenario de la hecatombe de 1914 con un mensaje de
paz y un homenaje a los millones de caídos en la conflagración. Un total de 4.000 soldados, 285 vehículos,
54 aviones y 36 helicópteros participaron en el desfile militar, que se
benefició de un paréntesis de buen tiempo después de días y días de
lluvia.
Escoltado por la Guardia Republicana a caballo, el
presidente François Hollande cumplió con el ritual de recorrer los Campos
Elíseos a bordo de un vehículo militar descubierto. Y si esta vez no se mojó
bajo la lluvia –lo que al principio de su mandato a punto estuvo de
convertirse en costumbre–, no se libró en cambio de algunos abucheos del
público. Según la emisora de radio RTL, la policía arrestó a una decena de los
contestatarios más exaltados.
Puestos a cumplir con todos y cada uno de los ritos del 14
de Julio –incluidos aquellos de los que abominaba inmediatamente después de ser
elegido presidente–, Hollande fue entrevistado en directo desde el Elíseo por
los dos principales canales de televisión, el privado TF1 y el público France
2. El presidente francés, a quien la opinión pública sigue dando la espalda,
intentó justificar por enésima vez su política económica y las reformas
anunciadas en los últimos meses, pidió confianza y confirmó su intención de
bajar los impuestos a “cientos de miles de franceses” en los próximos meses.
Pero ante el crecimiento casi nulo de la economía francesa
–el Insee vaticina un 0,7% para este año– y el aumento constante del paro –que
supera el 10%– se vio obligado a admitir que su promesa de invertir el año
pasado la curva del desempleo “no se produjo” y a moderar su sempiterno
optimismo: “La recuperación está ahí”, insistió, repitiendo lo que ya es en él
una vieja letanía. “Pero es demasiado frágil”, añadió esta vez. Una de las más
frágiles de Europa, a decir verdad.
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