martes, 15 de julio de 2014

Un desfile entre dos guerras

En plena efervescencia mundialista, el alcalde de Niza, el sarkozysta Christian Estrosi, prohibió –antes de que la justicia le enmendara la plana– la exhibición de banderas extranjeras en la ciudad. No pensaba en la de Alemania, naturalmente, ni en la de Brasil... sino en la de Argelia, abundantemente ondeada por los aficionados francoargelinos mientras duraron las hazañas futbolísticas de los 'fenec'. Ayer, la bandera de Argelia desfiló por los Campos Elíseos, con motivo de la fiesta nacional del 14 de Julio –dedicada este año al centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial–, junto a la de cerca de 80 países beligerantes. Y no lo hizo sin levantar ampollas a un lado y otro.

“Esta presencia militar vergonzosa sobre el suelo francés es una provocación indigna y el signo de un gran desprecio hacia todos los muertos y desaparecidos, víctimas de ese ejército”, protestó en cuanto se conoció la invitación el ultraderechista Frente Nacional (FN), cuyo rechazo a la presencia militar argelina en el desfile del 14 de Julio sólo era superada por los descendientes de los 'harkis', los combatientes argelinos que lucharon en las filas del ejército colonial francés durante la Guerra de Argelia (1954-1962) y que fueron masacrados o forzados al exilio tras la independencia.

Más de cincuenta años después, la guerra sigue atormentando la memoria histórica de franceses y argelinos. Al otro lado del Mediterráneo, la decisión del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, de aceptar la invitación de su homólogo francés, François Hollande, también fue objeto de polémica. Algunas asociaciones argelinas, como la Organización Nacional de los Muyahidines, protestaron y argumentaron que antes de participar en un acto así Francia debería pedir perdón por su dominación colonial...

Los tres militares argelinos –un abanderado y dos soldados de escolta– que participaron en el desfile, así como los de diversos países de la llamada 'Françafrique', tenían simbólicamente todo el derecho a hacerlo. Durante la Gran Guerra, Francia movilizó en sus filas a 137.000 soldados de sus entonces colonias, de los que 28.250 perecieron en los campos de batalla de Europa. En aquel momento, sin embargo, no lucharon bajo su propia bandera...

El tradicional desfile militar del 14 de Julio estuvo dedicado a conmemorar el centenario de la hecatombe de 1914 con un mensaje de paz y un homenaje a los millones de caídos en la conflagración. Un total de 4.000 soldados, 285 vehículos, 54 aviones y 36 helicópteros participaron en el desfile militar, que se benefició de un paréntesis de buen tiempo después de días y días de lluvia.

Escoltado por la Guardia Republicana a caballo, el presidente François Hollande cumplió con el ritual de recorrer los Campos Elíseos a bordo de un vehículo militar descubierto. Y si esta vez no se mojó bajo la lluvia –lo que al principio de su mandato a punto estuvo de convertirse en costumbre–, no se libró en cambio de algunos abucheos del público. Según la emisora de radio RTL, la policía arrestó a una decena de los contestatarios más exaltados.

Puestos a cumplir con todos y cada uno de los ritos del 14 de Julio –incluidos aquellos de los que abominaba inmediatamente después de ser elegido presidente–, Hollande fue entrevistado en directo desde el Elíseo por los dos principales canales de televisión, el privado TF1 y el público France 2. El presidente francés, a quien la opinión pública sigue dando la espalda, intentó justificar por enésima vez su política económica y las reformas anunciadas en los últimos meses, pidió confianza y confirmó su intención de bajar los impuestos a “cientos de miles de franceses” en los próximos meses.

Pero ante el crecimiento casi nulo de la economía francesa –el Insee vaticina un 0,7% para este año– y el aumento constante del paro –que supera el 10%– se vio obligado a admitir que su promesa de invertir el año pasado la curva del desempleo “no se produjo” y a moderar su sempiterno optimismo: “La recuperación está ahí”, insistió, repitiendo lo que ya es en él una vieja letanía. “Pero es demasiado frágil”, añadió esta vez. Una de las más frágiles de Europa, a decir verdad.


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