Último día de
clase. Ayer era un día especial en las escuelas francesas. En las mochilas y
carteras de los niños sólo había juegos de sociedad y lápices de colores. El
último día de clase es casi un día de asueto. Un día de sonrisas y, también, de
despedidas. Para Fabienne Terral-Calmès, de 34 añosy madre de dos niñas de
corta edad, maestra del último año de preescolar en la escuela Édouard-Herriot
de Albi (sur de Francia), fue inesperadamente, brutalmente, el último día de su
vida. A las nueve de la mañana, mientras sus 14 alumnos –de entre cinco y seis
años de edad–se instalaban tranquilamente en el aula, la madre de una de la
niñas se abalanzó sobre ella armada de un cuchillo de cocina y la apuñaló
hiriéndola de muerte.
La agresora, una mujer de 47 años que según la radio RTL es
de nacionalidad española, tiene al parecer totalmente perturbadas sus
facultades mentales y la fiscalía ordenó ayer tarde su ingreso en un centro
psiquiátrico. La mujer, como es habitual en las escuelas maternales francesas
(preescolar), acompañó a su hija, de seis años, hasta su clase. Y fue en ese
momento cuando sacó el cuchillo de su bolso y atacó a la maestra, a la que
hirió fatalmente de una puñalada en el costado. “¡Yo no soy una ladrona!”
parece ser que gritó en el momento de abalanzarse sobre ella, según relató un
testigo presencial. Los intentos por reanimar a la profesora fueron vanos y
falleció poco antes de las 11 de la mañana. La escuela –que tiene 284 alumnos,
contando los de primaria– fue evacuada y las autoridades educativas enviaron un
equipo de psicólogos para atender a los pequeños que presenciaron el drama.
La agresora fue detenida veinte minutos después por la
policía en las proximidades de su domicilio, paseando como si nada. Sus
primeras explicaciones fueron tan incoherentes como su comportamiento. Un
examen psiquiátrico encargado de urgencia por el fiscal de Albi, Claude Deren,
concluyó que presentaba “problemas mentales severos bajo la forma de ideas
delirantes de persecución”. En marzo pasado ya había seguido un tratamiento
psiquiátrico. La justicia la había acusado entonces de abandono de un menor: su
hijo de 15 años.
Según fuentes de una de las principales organizaciones de
padres, la FCPE, citadas por el diario 'La Dépêche', no
consta que hubiera ningún problema especial entre la maestra y la madre de su
alumna. Todo lo más, un comentario sobre su impuntualidad. Nada que explique lo
sucedido.
La tragedia de Albi causó una honda conmoción en el país,
especialmente en el mundo educativo. El presidente de la República, François
Hollande, expresó su “consternación” por un crimen que calificó de
“abominable”, y el ministro de Educación, Benoît Hamon, acudió inmediatamente
al centro escolar para expresar su solidaridad a los enseñantes.
Dramas de este tipo son relativamente excepcionales en Francia.
En los últimos treinta años sólo se habían producido otros cuatro casos. No lo
son, en cambio, las amenazas y los insultos, de los que los profesores son
crecientemente víctimas por parte de los padres de los alumnos. Un estudio del
Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee) publicado el
jueves señala que este problema afecta al 12% de los enseñantes, el doble que
en otras profesiones.
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