Nicolas Sarkozy
no ha esperado ni veinticuatro horas para contraatacar. Y lo ha hecho a la
manera berlusconiana. Imputado en la madrugada de ayer –tras quince horas de
interrogatorio policial en situación de detenido– por los presuntos delitos de
corrupción, tráfico de influencias y violación del secreto de la instrucción en
el caso del Tribunal de Casación, el ex presidente francés lanzó en radio y
televisión una violenta carga contra las dos jueces encargadas del sumario.
Sarkozy denunció una “instrumentalización política de la justicia”, dió a
entender que se había puesto en marcha una conspiración para bloquear su
retorno político –en la que mezcló implícitamente al presidente François
Hollande, al primer ministro, Manuel Valls, y a la ministra de Justicia, Christiane
Taubira– y avanzó que nada le detendrá. “Renunciar es algo que ni me planteo”,
afirmó rotundo.
Emitida simultáneamente por televisión (TF1) y radio (Europe
1), la entrevista de Sarkozy –la primera que concedía desde que abandonó el
Elíseo en mayo del 2012– se convirtió durante veinte minutos en un ejercicio de
victimización similar al que practicó el ex primerministro italiano Silvio
Berlusconi cuando empezó a tener problemas con la justicia de su país, apelando
directamente a los franceses y poniéndolos “por testigos” de lo que “se está
organizando”. “La situación es suficientemente grave como para que la explique
a los franceses”, se justificó. Grabada a media tarde en su despacho oficial de
expresidente, en la calle Miromesnil de París, cerca del Elíseo, la entrevista
fue emitida pasadas las 20 horas sin ningún corte.
Sarkozy acusó a las dos jueces de instrucción que le han
imputado, Patricia Simon y Claire Thépaut –especialmente a esta última, por ser
miembro del Sindicato de la Magistratura, de tendencia izquierdista y
virulentamente antisarkozysta– de actuar con parcialidad y de buscar su
“destrucción” acusándole con “cargos grotescos”. El ex presidente les reprochó
haberle maltratado al decretar su detención –algo nunca visto hasta ahora con
un ex jefe del Estado–, mantenerle quince horas bajo interrogatorio y citarle de
madrugada para comunicarle –“sin hacerme ni una sola pregunta”, subrayó– su
imputación. “Ha habido una voluntad de humillarme”, aseguró.
En todo caso, tampoco Sarkozy parecía muy dispuesto a contestar pregunta alguna.
“Ustedes son jueces políticas, no tengo nada que decirles”, habría expresa-do
el expresidente a las dos magistradas en su despacho, según informó el diario 'Le Figaro'.
La justicia sospecha que Nicolas Sarkozy, mediante el
concurso de su abogado, Thierry Herzog, intentó obtener información de las
deliberaciones del Tribunal de Cuentas sobre un asunto relacionado con el caso
Bettencourt que le afectaba y probablemente tratar de conseguir una resolución
favorable a sus intereses. El ex presidente francés, que había sido imputado y
luego exculpado en dicho caso, buscaba que sus agendas oficiales del Elíseo
fueran invalidadas como prueba cara a otros asuntos en las que también aparece
implicado. Para ello, Sarkozy y Herzog habrían contado con la ayuda del
magistrado Gilbert Azibert, abogado general (fiscal) en la sala de lo civil del
Tribunal de Casación, interesado en que el expresidente le ayudara a obtener un
puesto de consejero de Estado en Mónaco. Tanto Herzog como Azibert han sido
también imputados.
Sarkozy aseguró anoche no haber cometido ninguna infracción
–“Se ha hecho todo por dar de mí una imagen que no se corresponde con la
realidad”, dijo– y se defendió de estas acusaciones alegando que nunca hizo
gestión alguna en favor de Azibert en Mónaco y que, a fin de cuentas, el
Tribunal de Casación rechazó su demanda respecto a las agendas.
Sarkozy no quiso adelantarse a su propio calendario y no
desveló cuáles son sus intenciones respecto a la posibilidad de tratar de
retomar las riendas de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y
de reintentar el asalto al Elíseo en el 2017 –“Lo anunciaré a finales de agosto
o septiembre, cuando haya acabado mi proceso de reflexión”, dijo–, pero su
ambición no ofrece ninguna duda. “Frente a su país, uno tiene deberes, no
derechos, y yo veo con consternación el estado actual de Francia”, afirmó. Y
añadió: “Yo amo apasionadamente a mi país, y no soy un hombre que se desaliente
por las villanías y las manipulaciones políticas”.
La tribuna misteriosa
“Quizá me he perdido un episodio, pero ¿alguien puede
decirme si Claire Thépaut publicó una tribuna contra Nicolas Sarkozy?”. El
politólogo Dominique Reynié, director de la Fundación para la Renovación
Política (Fondapol) –un ‘think-tank’ de centroderecha–, lanzó ayer este mensaje
a través de Twiter para tratar de aclarar uno de los más espesos misterios de
la jornada. Los sarkozystas y los portavoces de un sector de la derecha
–incluido 'Le Figaro' en su editorial– cuestionaron a coro
la neutralidad de la juez de instrucción Claire Thépaut acusándola de haber
firmado una crónica contra Sarkozy... que nadie supo encontrar. Por la sencilla
razón de que nunca existió, como demostró 'Le Monde'. El
texto que se le atribuye era en realidad del presidente del Sindicato de la
Magistratura.
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