sábado, 26 de julio de 2014

Tormenta aérea sobre Mali

Apenas cae una gota agua sobre el centro semidesértico de Mali, pero en las alturas se registran tormentas portentosas. Fueron probablemente las fuertes turbulencias causadas por unas condiciones meteorológicas particularmente adversas las que desencadenaron el accidente del vuelo AH 5017 de la compañía española Swift Air, fletado por Air Algérie para cubrir la ruta entre Uagadugú (Burkina Faso) y Argel (Argelia), que se estrelló la noche del jueves con 118 personas a bordo, entre las que no hay ningún superviviente. A falta de lo que revele la investigación –una de las dos 'cajas negras' ha sido ya recuperada–, esta es la hipótesis que gana terreno en estos momentos, mientras que la de un atentado terrorista ha quedado prácticamente descartada.

Los restos del avión, que quedó casi desintegrado por el impacto, fueron localizados en la madrugada de ayer por un drone del ejército francés –que envió enseguida un par de helicópteros a la zona para confirmarlo– entre las ciudades de Gossi y Gao, una región semidesértica y arenosa donde viven algunas comunidades nómadas. La concentración de los restos en un área relativamente pequeña –nueve hectáreas (300 por 300 metros)– sugiere que el avión se estrelló contra el suelo y no explotó en el aire, a diferencia del aparato de Malaysia Airlines derribado en Ucrania por un misil, cuyos restos quedaron esparcidos en un área de varias decenas de kilómetros.

La hipótesis de que el avión de Swift Air hubiera sido también interceptado por un misil fue rápidamente descartada, pues los grupos militares que operan en Mali no disponen –que se sepa– de tal armamento y además los yihadistas están concentrados más al norte, junto a la frontera de Argelia. La posibilidad de que alguien hubiera hecho explotar una bomba dentro del avión parece asimismo alejarse. Las autoridades no han encontrado a ningún sospechoso en la lista de pasajeros.

Sí se sabe, en cambio, que la noche del accidente las condiciones meteorológicas eran muy malas y que el piloto de Swift Air anunció –poco antes de perderse el contacto radiofónico– que iba a desviarse de su ruta para evitar el centro de la tormenta.Algunos expertos apuntaban ayer que probablemente el avión –un McDonnell Douglas 83, de 18 años de antigüedad– no disponía de un radar lo bastante avanzado como para afinar suficientemente.

Las víctimas eran de 16 nacionalidades distintas –los seis miembros de la tripulación eran españoles–, pero la mayoría, un total de 54, eran franceses. Debido a esta circunstancia y al hecho de que el accidente se produjera en Mali, un país donde hay estacionados 1.600 soldados franceses movilizados en la lucha antiterrorista, Francia ha estado desde el primer momento en primera línea. El presidente francés, François Hollande, decidió aplazar un viaje oficial a las islas de La Réunion y Mayotte, en el Índico, y se mantiene al frente de la respuesta gubernamental a la crisis.

Legalmente, Mali es el país responsable de la investigación, pero las autoridades de Bamako ya han solicitado la asistencia técnica de Francia, que ha enviado un equipo del Bureau d’Enquêtes et d’Analyses (BEA). El lugar del accidente está vigilado por unos 200 militares: 120 soldados franceses enviados desde Gao, 60 malienses y 40 holandeses de la fuerza internacional Minusma. 


El fin de la familia Reynaud 

"Oh, Señor, ayúdanos!”. Los comentarios, doloridos, desgarrados, afluyen en busca de un imposible consuelo a la página de homenaje creada por unos amigos en homenaje a la familia Reynaud, residente en Chambery, desaparecida en el accidente del avión de Swift Air estrellado el jueves en suelo maliense. Las sonrisas de Franck, Laure y sus dos hijos, Nathan y Julia –junto a otros dos familiares–, hablan de un tiempo feliz que se ha ido para siempre. Pero la tragedia, si se ha de medir en número, es aún mayor, más honda. Porque no son cuatro, sino diez, los miembros de la familia Reynaud que viajaban a bordo del MD83 entre Uagadugú y Argel. Regresaban a Francia, tras acudir a una boda.

Franck, Laure, Nathan y Julia bno debían haber ido. De hecho, estuvieron a punto de no hacerlo, pues Nathan, de 16 años, se había roto una pierna y acababan de retirarle el yeso. ¿Pero cómo renunciar a semejante viaje? Allí estaban también sus abuelos, Michel y Michèle, sus tios, Eric y Estelle, y sus primos, Alexi y Zoé...

“Estoy totalmente abatido, es monstruoso, ¡toda una familia borrada del mapa!, uno no se imagina que algo así pueda llegar a pasar”, se exclamaba el alcalde de Gex (Ródano-Alpes), Patrice Dunand, donde vivían Eric y Estelle Reynaud y sus dos hijos, a la edición digital del diario 'Le Dauphiné Liberé'. Todos ellos eran muy deportistas y estaban muy implicados en la vida asociativa local.

Los Reynaud no son los únicos que han sufrido una pérdida de magnitud. En la región de Nantes (Loira), los Ouedraogo han tenido un destino parecido. Siete miembros de esta familia franco-burkinesa han perdido asimismo la vida en el accidente de Mali: un matrimonio con sus cuatro hijos y un sobrino, que viajaban por segunda vez desde el año 2005 a su país de origen. “Querían enseñar a sus hijos sus raíces”, contaba con los ojos enrojecidos el hermano del padre de familia, Amadou Ouedraogo, quien se quejaba de la falta de información. “Nuestra familia ha sido diezmada, es muy duro”, decía en sollozos.

Francia ha enviado un equipo de la Gendarmería a Mali para trabajar en la identificación de los cadáveres de las víctimas, lo que será largo y difícil.



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