martes, 4 de diciembre de 2012

Tregua armada


Por primera vez después de quince días de guerra abierta en el seno de la derecha francesa, Jean-François Copé y François Fillon, quienes se disputan la presidencia de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), se sentaron ayer a la misma mesa para tratar de buscar una salida a la crisis. Cara a cara, sin intermediarios. Para llegar finalmente a la conclusión obvia de que hacía falta una negociación directa entre ambos, ha tenido que intervenir el ex presidente francés y ex líder del partido, Nicolas Sarkozy, quien les impuso un ultimátum –que vence hoy– para llegar a un acuerdo, bajo la amenaza de descalificarles públicamente a los dos.

Si la negociación ha sido finalmente posible es porque Jean-François Copé –elegido formalmente presidente de la UMP el día 18, en una votación cuya limpieza el campo de Fillon contesta– ha aceptado la necesidad de repetir la elección, plagada de irregularidades, como única vía para superar la crisis y evitar la escisión del partido. Toda la cuestión ahora es decidir cúando.

El planteamiento de partida de Copé ha sido proponer la celebración de esta nueva votación en el 2014, después de las elecciones municipales previstas para el año que viene. Una intención absolutamente inaceptable para Fillon.

Copé y Fillon se reunieron una primera vez, cerca del mediodía, durante una hora en la Asamblea Nacional. Y volvieron a encontrarse en la cámara baja a última hora de la tarde durante 45 minutos más. El mano a mano proseguirá hoy, según confirmó uno de los lugartenientes del ex primer ministro, Jérôme Chartier, quien –sin dar ninguna pista– se mostró optimista sobre una próxima resolución de la crisis. “Puede aproximarse el fin de la tormenta”, dijo al respecto.

Mientras dure la negociación, François Fillon mantiene como instrumento de presión un grupo sedicioso en el Parlamento (Reagrupamiento-UMP) integrado por 70 diputados afines, Algo que Copé ha calificado de “aventura mortífera”, por cuanto es la antesala de la ruptura. Hoy se dará la circunstancia de que los dos contendientes acudirán, cada uno al frente de sus huestes, a la reunión de la conferencia de presidentes de los grupos parlamentarios de la Asamblea. Fillon insiste en que su grupo será automáticamente disuelto cuando se llegue a un acuerdo sobre la convocatoria de una nueva elección.

La conclusión de un eventual acuerdo entre ambos campos podría formalizarse de forma solemne, según apuntó Le Point, en una reunión con la participación de Sarkozy. Un extremo que podría acarrearle problemas colaterales al ex presidente francés. Su activa intervención en la crisis de su partido, en efecto, ha empezado a atraer la atención del Partido Socialista, que la considera incompatible con el deber de reserva que le impone su condición de miembro activo del Consejo Constitucional. Dos parlamentarios socialistas han apelado a los presidentes de las dos cámaras del Parlamento –la Asamblea Nacional y el Senado– para que a su vez planteen esta cuestión al presidente del Consejo Constitucional, Jean-Louis Debré. Los dos parlamentarios argumentan que la intervención de Sarkozy en la crisis de la UMP, aún sin hacer declaraciones públicas, vulnera su obligación de abstenerse de todo aquello que pueda comprometer su independencia.


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