“Antes teníamos
un enemigo, ahora tenemos dos: Mittal y el Gobierno. Y van a ver, van a
ver...”. La voz quebrada por un instante –cuando pronunció la palabra
“traición”–, furiosa y determinada después, Édouard Martin, el carismático
líder sindical (CFDT) de los altos hornos de de Arcelor-Mittal en Florange
(Lorena) interpeló ayer personalmente al presidente francés, François Hollande,
y le reprochó haber incumplido sus promesas de campaña sobre la salvación de la
acería. “¿Está usted tranquilo con su conciencia?”, le espetó ante las cámaras
de televisión lanzando un índice acusador.
La crisis de los altos hornos de Florange, que el viernes
pasado parecía resuelta gracias a un acuerdo alcanzado in extremis entre Mittal
y el Gobierno –que llegó a esgrimir la amenaza de una nacionalización–, se
abrió ayer de nuevo de forma sangrante, volviéndose violentamente en contra de
Hollande. De salvador de los altos hornos, el presidente francés ha pasado a
ser visto como el enterrador. “Los que se suponía que debían ayudarnos nos
están asesinando”, dijo Martin, quien remachó el clavo: “Creíamos haber
alcanzado el colmo del cinismo con Nicolas Sarkozy (quien prometió en su día
salvar los altos hornos de Grandange, cerrados después por Mittal). Pues bien,
aún no habíamos alcanzado el paroxismo”. La CFDT planea una ocupación de los
dos altos hornos como protesta... Y para evitar que sea cortado el suministro
de gas que les permite permanecer en estado de espera.
La producción de los dos altos hornos lleva varios meses
parada, a causa de la caida de la demanda de acero en Europa, y el objetivo de
Mittal era acabar cerrándolos, lo que implicaba el despido de 629 trabajadores.
El acuerdo con el Gobierno francés, que a los sindicatos ya les supo a poco, no
garantizaba la continuidad de los altos hornos, pero debía permitir ganar
tiempo. Mittal se comprometió a retirar su plan de despidos y a apostar por el
proyecto Ulcos (Ultra Low Carbon diOxide Steelmakig), un programa europeo para
probar una nueva tecnología de captación y almacenamiento de CO2 en la
producción de acero, única esperanza para la supervivencia de uno de los dos
altos hornos.
Este frágil equilibrio saltó ayer por los aires al conocerse
que Arcelor-Mittal, en una carta fechada el día 5, comunicó a la Comisión
Europea su decisión de retirarse –por “problemas técnicos”– del proyecto Ulcos.
Mittal y el Gobierno aseguraron ayer que esta retirada es temporal y que podrá
volver a optar a obtener una subvención europea en el segundo semestre del
2013. Para los sindicatos, la palabra de Mittal no tiene valor
alguno.
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