La detención de Dominique Strauss-Kahn, el 14 de mayo en Nueva York, acusado del intento de violación de una mujer de la limpieza en un hotel de Manhattan, provocó un brutal seísmo en el Partido Socialista francés, que hasta ese momento lo había fiado todo al tirón electoral del entonces director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) para desalojar a Nicolas Sarkozy del Elíseo en el 2012. Siete semanas después, su posible rehabilitación judicial - vislumbrada el viernes con su puesta en libertad y el cuestionamiento del testimonio de la presunta víctima-,lejos de representar un alivio para sus camaradas, puede convertirse en un lastre adicional para los socialistas justo cuando empezaban a reconstituir sus fuerzas. Y beneficiar a Nicolas Sarkozy.
El Elíseo guarda, hoy como entonces, un prudente silencio. Pero los colaboradores de Sarkozy consideran que el posible retorno político de Strauss-Kahn, sea o no como candidato a la presidencia de la República, puede hacer más daño a los socialistas que al presidente francés. "El caso Strauss-Kahn ha hecho la puñeta una primera vez al PS, va a hacérsela una segunda", vaticinaba un miembro del Gobierno citado por la agencia France Presse bajo anonimato. "Sarkozy no parece tener miedo del retorno de DSK. No cree que pueda ser candidato él mismo y estima que será más bien una molestia que otra cosa para los campeones (del PS) en liza", apunta por su parte la redactora jefa del semanario Le Point,Sylvie Pierre-Brossolette, fina conocedora de lo que se cuece en los despachos del Elíseo.
Las urgencias de algunos socialistas, que reclaman la suspensión - o la ampliación del calendario-de las elecciones primarias del PS para dar tiempo a Strauss-Kahn de presentar su candidatura para ser designado presidenciable, parecen poco realistas. De entrada, porque la exculpación del dirigente socialista - caso de confirmarse-puede llegar demasiado tarde. Y seguidamente, porque el daño sufrido por su imagen a causa del proceso puede haber sido irreversible.
Antes del 14 de mayo, Dominique Strauss-Kahn aparecía en todos los sondeos como el verdugo político de Nicolas Sarkozy - a quien sacaba una ventaja aplastante-en las elecciones presidenciales del 2012. Tras su detención, su capital político se ha derrumbado. Los franceses, que durante los primeros días se dejaron seducir por la teoría del complot, han acabado después dándole la espalda. En el barómetro del instituto de opinión Ipsos del pasado mes de marzo - dos meses antes del terremoto provocado por su detención-,DSK aparecía como el político más valorado de Francia con un 63% de opiniones favorables. En el último, correspondiente al mes de junio, el ex director general del FMI está en el puesto número 29, con sólo un 27% de popularidad. Y bajando...
¿Podrá Strauss-Kahn remontar este brutal descenso y de volver a ganar la estima de la opinión pública? Los próximos sondeos empezarán a dar las primeras pistas, pero la empresa se antoja hercúlea, si no imposible. Para lograrlo, su inocencia debería quedar absolutamente establecida fuera de toda duda, lo que todavía está por ver. Muy bien podría pasar que los cargos en su contra fueran levantados - por falta de pruebas suficientes por parte de la acusación-,pero que la sospecha sobre lo que pasó en la suite del Sofitel el 14 de mayo se mantuviera viva.
Y aun en el caso de que la exculpación fuera total, la imagen de Strauss-Kahn ha quedado indudablemente tocada. Su enfermiza obsesión por el sexo - puesta crudamente de manifiesto por numerosos testimonios estas últimas semanas-y la exhibición de su fortuna personal - por mucho que sea en realidad la de su mujer, Anne Sinclair-constituyen un gran lastre. Lo sucedido en Nueva York el 14 de mayo, aun en la más favorable de las interpretaciones - la de la relación sexual consentida-denota además una grave irresponsabilidad por parte de quien aspira a ocupar la jefatura del Estado, dispuesto a arriesgarlo todo por dar rienda suelta a su furor sexual. Lo más llamativo es que el propio Strauss-Kahn - según han revelado, con varias semanas de diferencia, los diarios Libération y Le Monde-parecía obsesionado poco antes de su arresto con la posibilidad de ser víctima de una maquinación, presumiblemente de los rusos, para apartarle del FMI.
Si Strauss-Kahn ya no es la baza ganadora que fue para el Partido Socialista, puede convertirse en cambio - ya ha empezadoahacerlo-en un estorbo. La mera posibilidad de su retorno político, si no de una posible candidatura, ha venido a romper la dinámica de las elecciones primarias socialistas sólo tres días después de abierto el plazo para presentar candidaturas. La sombra de Strauss-Kahn no puede sino perjudicar a la primera secretaria socialista, Martine Aubry, que el pasado martes anunció su candidatura al Elíseo y que ya era señalada como una aspirante de sustitución. Y amenaza con sumir al PS en un nuevo episodio endogámico de guerras internas.
LOS FRANCESES, DIVIDIDOS
La rehabilitación política de Dominique Strauss-Kahn podría necesitar más tiempo que su posible rehabilitación judicial. El vuelco experimentado por el caso, que abre la posibilidad de que el ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) pueda pasar de la categoría de presunto violador a la de presunta víctima de una trampa, parece de momento insuficiente para restaurar su dañada imagen ante la opinión pública francesa, que aparece dividida sobre su posible retorno a la política activa.
Si el 49% de los franceses se manifiesta partidario del retorno del político socialista - hasta su detención era el principal favorito para las elecciones presidenciales del 2012-,un 45% está en contra y el 6% restante no sabe qué decir, según un sondeo de urgencia realizado por el instituto Harris Interactive para el diario Le Parisien/ Aujourd´hui en France.
Esta proporción cambia sustancialmente, sin embargo, si se centra el foco en el electorado del Partido Socialista. Así, el 60% de los simpatizantes de izquierda y el 65% de los votantes socialistas se inclinan por que vuelva a la política.
El 51% de los electores de izquierda es asimismo favorable a modificar el calendario de las elecciones primarias para elegir al candidato socialista al Elíseo con el fin de darle la oportunidad de presentar su candidatura. La dirección del Partido Socialista se mantiene, a este respecto, totalmente dividida. La primera secretaria, Martine Aubry - ella misma candidata-,guarda silencio, pero el número dos del partido, Harlem Desir, se opone a ampliar los plazos. Lo mismo que otros candidatos menores, como Manuel Valls y Arnaud Montebourg. François Hollande y Ségolène Royal, en cambio, están abiertos a darle la oportunidad.
TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN
En medio de este desconcierto, algunos seguidores de Strauss-Kahn en el PS - no los principales tenores, sino figuras de segunda fila-empezaron ayer a agitar el fantasma de una conspiración, tal vez urdida en alguna oscura oficina parisina. Así lo hizo el diputado socialista François Oncle, quien apuntó sin tapujos a la posible implicación de los propietarios del hotel Sofitel de Nueva York donde sucedieron los hechos, el grupo francés Accor. El hecho de que, según fuentes conocedoras del caso, la dirección de Accor avisara al Elíseo de la detención de Dominique Strauss-Kahn sólo una hora después abona las suspicacias.
Otra strauss-kahniana, la vicepresidenta regional de Îlede-France, Michèle Sabban - quien ya se apresuró a pedir la suspensión de las primarias socialistas-,se lanzó ayer de nuevo a la carga asegurando que Strauss-Kahn había sido víctima de un "atentado político". Sabban señaló también a Accor. El grupo hotelero se sintió forzado a desmentir categóricamente toda implicación en el caso y calificó tales afirmaciones de "difamatorias".
CONTRA LA JUSTICIA DEL ESPECTÁCULO
Los franceses, criticados en su día, se sienten rehabilitados por el giro de los acontecimientos
odos los franceses, y no son pocos - sobre todo en el mundillo político y mediático-,que asistieron horrorizados a la cruda puesta en escena de la detención y procesamiento de Dominique Strauss-Kahn por parte de la justicia estadounidense y que se vieron señalados desde el otro lado del Atlántico por su supuesta complacencia y servilismo hacia los poderosos, han empezado a hinchar el pecho después del giro espectacular de los acontecimientos. El patinazo del fiscal de Nueva York Cyrus Vance jr., obligado a reconocer la endeblez del testimonio de la denunciante contra el ex director del FMI, ha sido recibido como una suerte de rehabilitación, así del sistema judicial francés como de la reserva con que los medios de comunicación franceses habían acostumbrado hasta ahora a tratar los asuntos que atañen a la vida privada de las personas.
Algunos internautas franceses asaltaron ayer la web del New York Post,uno de los diarios más virulentos con Strauss-Kahn, con ánimo de revancha: "Vuestro periódico es una vergüenza", "los cerdos del Post deben excusarse", "vergüenza para Estados Unidos"... podía leerse.
"La justicia americana va a estar obligada a entonar su mea culpa", opina Jean Daniel, el veterano fundador de Le Nouvel Observateur,quien ya desde el primer momento criticó "la suerte humillante reservada al acusado", exhibido ante todo el mundo esposado, ofreciendo de él una imagen de culpabilidad. No muy diferente opinaba Yves Thréard en su editorial en Le Figaro de ayer: "Le toca ahora a la justicia americana estar bajo el fuego de las críticas. Denunciada ya por su carácter espectacular, humillante, obsceno incluso, va a inspirar ahora a muchos la desconfianza, el asco, la revuelta. ¿Cómo se puede echar a alguien como pasto, entregarlo a la venganza popular, sobre la base de un testimonio incierto?".
Los analistas y comentaristas franceses no han dejado, desde el viernes, de subrayar el contraste entre la parafernalia que rodeó la detención de Strauss-Kahn y el fiasco judicial que parece ahora anunciarse. En Francia, la ley prohíbe expresamente la difusión de imágenes de los detenidos en aras de la protección de la presunción de inocencia.
Pero como no todo es blanco o negro, diversos juristas franceses - particularmente los que trabajan o han trabajado a ambos lados del Atlántico-han remarcado la rapidez de la justicia norteamericana a la hora de rectificar y reconocer un error. En manos de un juez instructor francés, apuntan, la investigación del caso Strauss-Kahn podría prolongarse un año y medio, y, ante la duda, ser enviado a juicio.
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