“Ya está bien de este torrente de mierda que invade hoy las ondas y la vida política francesa”, se quejó amargamente –la lengua afilada, el semblante tenso- el alcalde socialista de Evry, el catalán Manuel Valls, aspirante a candidato al Elíseo, a quien las idas y venidas del caso ha roto su estrategia de acercamiento a Strauss-Kahn. Más mesurado en la forma, el presidente del grupo parlamentario socialista, Jean-Marc Ayrault se resistió también a alimentar lo que calificó de “folletín nauseabundo”. “Esto se ha convertido en algo penoso, repugnante incluso”, añadió. “Hay que evitar habladurías sobre habladurías”, apostilló la primera secretaria del PS, Martine Aubry.
La denuncia de Tristane Banon, sobre unos hechos que se remontan a febrero del 2003, ha puesto al PS contra la pared. Algunos de los dirigentes socialistas más cercanos a Strauss-Kahn, como su lugarteniente Jean-Christophe Cambadélis, sugieren la existencia de motivaciones políticas en la iniciativa de la periodista, que se ha decidido a actuar justo cuando DSK va camino de ser exculpado por la justicia norteamericana.
Pero más allá de la controvertida personalidad del ex director del FMI, es la propia dirección del Partido Socialista –y su supuesta conspiración de silencio- la que es puesta en cuestión por Banon. La denunciante ha vuelto a explicar estos días que algunos de los principales dirigentes del partido de la época, como François Hollande y Laurent Fabius, tuvieron conocimiento de lo sucedido y no hicieron nada… Claro que tampoco la joven periodista presentó en su momento denuncia, aconsejada por su madre, la socialista Anne Mansouret , temerosa de que acabara archivada y de arruinar –también- las relaciones de amistad que su hija mantenía con una hija de Strauss-Kahn...
La controversia afecta principalmente a Hollande, a la sazón primer secretario del PS y hoy aspirante favorito en las primaras socialistas, cuyo papel en este asunto es poco diáfano. La madre de Banon dio a entender en su día que Hollande le desaconsejó presentar denuncia, pero la propia afectada, que asegura haber hablado con él en 2003, dice justamente lo contrario A todo esto, Hollande en un primer momento pretendió no recodar nada –“miente”, ha protestado Banon- para acabar aceptando ahora haber sabido algo sobre el incidente, aunque sin detalles… “Esto empieza a ser absolutamente detestable”, exclamó ayer dejando traslucir su exasperación.
La denuncia de Banon era ayer estudiada por la fiscalía, que debe decidir en las próximas horas si abre una investigación oficial o archiva la causa, posibilidad esta última poco probable. Pese al tiempo transcurrido, los hechos no han prescrito pues en Francia el delito de violación –y la periodista ha denunciado un intento de violación- puede ser perseguido durante los 10 años siguientes.
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