Durante su visita a la base de Tora, en la misma provincia de Kapisa, los mandos militares explicaron el martes al presidente francés que los grupos insurgentes que operan en la zona habían “radicalizado” sus acciones y que la amenaza de atentados con artefactos explosivos artesanales era muy elevada. “La insurrección es móvil, agresiva, inteligente, busca el golpe de oportunidad contra las fuerzas francesas”, explicó a Sarkozy el comandante de la brigada La Fayette , el general Emmanuel Maurin, en presencia de un grupo de periodistas. Sus palabras fueron premonitorias.
El ataque se produjo a las 11 de la mañana (hora local), aprovechando que los soldados franceses se habían desplegado en Joybar para garantizar la seguridad de una asamblea de notables (shura). Un terrorista kamikaze logró introducirse en el puesto local de la policía afgana y accionó el explosivo que llevaba adosado al cuerpo, matando a los cinco soldados franceses y a su intérprete. Los heridos se encontraban en el exterior, sin que por el momento esté claro si resultaron heridos por la explosión o por el ataque que inmediatamente lanzó un grupo de insurgentes con armas ligeras. Este segundo ataque fue rechazado con la participación de blindados franceses y norteamericanos.
El presidente Sarkozy condenó con fuertes palabras la muerte de los soldados franceses -“cobardemente asesinados”, dijo- y reiteró la “determinación” de Francia de mantener su participación en la fuerza de intervención internacional para “restablecer la paz y la estabilidad” en Afganistán. La víspera el jefe del Estado francés había confirmado que una cuarta parte de las tropas francesas desplegadas en tierras afganas -1.000 soldados sobre un total de 4.000- serían repatriados de aquí a finales del 2012, en lo que representa el primer paso de una retirada que debería ser total a finales del 2014.
El ataque de ayer, el más mortífero contra el ejército francés en Afganistán desde la emboscada de Uzbin en agosto de 2008 –en la que murieron diez soldados-, reforzó la opinión de quienes consideran que la misión militar no tiene salida y piden que se acelere la retirada. El socialista François Hollande, aspirante a encabezar la candidatura del PS al Elíseo, se comprometió si llega a ser elegido presidente a culminar la retirada un año después de la elección presidencial, esto es, en la primavera del 2013.
Kapisa, tierra de bandidos
Cuando el ejército francés culmine la primera fase de su retirada, a finales del 2012, las fuerzas militares restantes en Afganistán -3.000 soldados- estarán concentradas en la provincia de Kapisa, donde se produjo el atentado suicida de ayer. Zona montañosa situada a una cincuentena de kilómetros de Kabul, se trata de un paso fundamental entre la capital afgana y el nordeste del país. Históricamente frecuentada por contrabandistas y salteadores de caminos, los grupos insurgentes han proliferado desde la época de la ocupación soviética. Los militares franceses tomaron el control de esta provincia –suponiendo que sea controlable- en 2008, cuando reemplazaron a las tropas norteamericanas, y desde entonces los ataques no han parado de crecer. Fue aquí donde fueron secuestrados los periodistas franceses Hervé Ghesquière y Stéphane Taponier, liberados hce dos semanas.
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