La muerte, el miércoles, de cinco soldados franceses en un atentado suicida en Afganistán, a la que se añadió ayer una nueva baja en ese mismo país, ensombreció la celebración de la Fiesta Nacional y ha sumido al Ejército en un estado de abatimiento. La perspectiva de una próxima retirada -1.000 soldados serán repatriados de aquí a finales del 2012 y todas las fuerzas habrán sido retiradas en 2014- atiza la sensación de que todas las muertes que haya de aquí a entonces habrán sido en vano. En consecuencia, las voces de quienes piden que se acelere la retirada crecen.
Los soldados desfilaban todavía por los Campos Elíseos cuando se conoció la baja –la que hace el número 70- de un comando de marina en un enfrentamiento armado con insurgentes en el valle de Alasay, de nuevo en la provincia de Kapisa. El soldado muerto formaba parte de una patrulla mixta de tropas francesas y policías afganos que fue atacada por dos grupos de rebeldes poco después del alba, hacia las 5 hora local. Fue necesaria la intervención de un cazabombardero, varios helicópteros y piezas de artillería para rescatar a la patrulla, que se había refugiado en un fortín.
Entre el desfile y el almuerzo oficial en el Elíseo, Nicolas Sarkozy reunió de urgencia al Consejo de Seguridad, con el fin de analizar la situación en Afganistán. “Estamos hoy frente a acciones de tipo terrorista, no únicamente acciones militares, y ante este nuevo contexto son necesarias nuevas medidas de seguridad”, declaró el presidente francés.
Ni el objetivo de la misión ni el calendario de retirada fue puesto en cuestión, pero el consejo acordó enviar una misión especial, encabezada por el general Irastorza, para reforzar las medidas de seguridad durante el proceso de transición.
“A pesar de los momentos trágicos, la evolución del teatro afgano es favorable”, aseguró el ministro de Defensa, Gerard Longuet, quien citó la muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden; la consolidación del nuevo ejército afgano –junto a una policía con fuerte arraigo local-, y el establecimiento de un diálogo político con los grupos rebeldes. Longuet advirtió que en este nuevo contexto, en el que los insurgentes adoptan nuevas tácticas, es necesario revisar los métodos de acción. El ejército francés había apostado hasta ahora por mantener un contacto estrecho con la población civil, una política que podría ahora abandonar.
El almirante Édouard Guillaud, jefe del Estado Mayor de los Ejércitos, confirmó que en los últimos meses, los insurgentes –enre los cuales combatienes no afganos, entrenados en Pakistán- buscan menos el combate y se inclinan por acciones terroristas, con menosprecio de las víctimas civiles y utilizando a niños como cómplices forzados.
Haka en la Concordia
Una cuarentena de soldados franceses de origen polinesio, integrantes del equipo de rugby XV del Pacífico, ejecutó ante la tribuna presidencial instalada en la plaza de la Concordia una Haka, danza tradicional de los guerreros maoríes con la que la selección neozelandesa de rugby, los All Blacks, acostumbra a impresionar a sus adversarios al inicio de cada partido.
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