Su significado,
un alegato en favor de la libertad y la democracia, es inequívoco. Pero si
Francia se plantea prestar a China el célebre cuadro de Eugène Delacroix “La
libertad guiando al pueblo” (1830), que puede contemplarse habitualmente en el
Museo del Louvre de París, no es por el mensaje que encierra –no hay ninguna
segunda intención al respecto–, sino porque el enorme prestigio y popularidad
de la obra podría servir para rubricar con brillantez la conmemoración del 50º
aniversario del reconocimiento diplomático del régimen comunista de Pekín por
el general De Gaulle en 1964. Pero no todo el mundo está de acuerdo.
El más interesado en la cesión temporal de “La libertad
guiando al pueblo” es el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, que
por razones políticas y diplomáticas –y por detrás de todo ello, económicas–
desea dar la mayor relevancia posible a la conmemoración del 50º aniversario. Y
uno de los elementos más importantes de las celebraciones será una exposición
que deberá llevar la próxima primavera a China –donde y cuándo exactamente
todavía está por decidir– ocho obras mayores de la pintura francesa. En la lista provisional están cuadros de
Picasso, Renoir, Rigaud, Fragonard, Boucher, Clouet, Léger, Soulages... El
de Delacroix sería la guinda.
Sin embargo, el Museo del Louvre se opone al traslado de “La
libertad guiando al pueblo” por demadiado delicado y en ello ha obtenido el
apoyo de la ministra de Cultura. “El cuadro no puede ser prestado a causa de su
estado, no vamos a prestar cuadros que puedan correr peligro en un viaje
extremadamente largo y complicado”, ha declarado Aurélie Filippetti. La obra de
Delacroix, que ya fue prestada en el pasado a Estados Unidos y a Japón, ha regrasado
hace poco al Louvre después de haber estado expuesta durante un año en la
antena del museo en Lens (norte de Francia), donde el pasado mes de febrero
sufrió la agresión de una desequilibrada con un rotulador negro. “El cuadro
resultó extremadamente dañado en viajes anteriores”, añadió la ministra.
Los argumentos del sector de la Cultura no son del gusto de
la diplomacia francesa. El titular del Quai d’Orsay expresó el domingo su
acuerdo con que las grandes obras de arte deben “ser respetadas”, pero insistió
en que “hay que encontrar obras excepcionales (para prestar) a la medida del
nivel excepcional de nuestra amistad con China”. La decisión está ahora en
manos del presidente François Hollande.
Las relaciones entre Francia y China han estado sometidas
regularmente a fuertes tensiones –la última vez fue en el 2008, en la época de
Nicolas Sarkozy, a causa de las protestas en Francia contra los Juegos
Olímpicos de Pekín y la presencia en territorio francés del Dalai Lama– y París
busca a toda costa normalizarlas. Hollande realizó el pasado mes de abril su
primera visita a China y el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, acaba de
regresar.
Con una economía estancada y un paro que roza ya el 11% de
la población activa, Francia tiene un enorme interés en reactivar los
intercambios económicos con China y aumentar su presencia en el gigante
asiático, que a pesar de todos los problemas es uno de los que tira del carro
de la economía mundial. Francia ha acumulado un gran retraso en este terreno
–Renault acaba de desembarcar ahora en el país en alianza con Dongfeng– y el
déficit comercial que mantiene con China, de 27.000 millones de euros, es el
segundo mayor después del que tiene con Alemania.
Homenaje en los Inválidos
Los dos soldados franceses muertos en la República
Centroafricana en el marco de la operación Sangaris, los paracaidistas Nicolas
Vokaer y Antoine Le Quinio, de 23 y 22 años, recibieron ayer un homenaje
nacional en el recinto de los Inválidos, en París. El presidente francés,
François Hollande, impuso la Legión de Honor a los dos militares, de quien
valoró su sacrificio por el país. Hollande reivindicó la intervención militar
francesa en Centroáfrica, con el fin de poner fin a las matanzas y evitar una
guerra civil entre cristianos y musulmanes. “Francia no tiene ningún otro
interés que salvar vidas, no estamos allí para cambiar el régimen”, dijo el
presidente francés, quien sin embargo hace una semana había puesto en cuestión
la continuidad del presidente François Bozizé, aupado en un golpe de Estado el
pasado mes de marzo por la milicia rebelde Seleka. Francia, remarcó Hollande,
no abandonará Centroáfrica hasta que la situación esté estabilizada.
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