Ninguna de las dos dirige
–aún– la Policía Nacional francesa, cargo reservado todavía a un
hombre, pero ambas están al frente de dos de los puestos más importantes de las
fuerzas de seguridad. Desde su elección como presidente de la República,
François Hollande ha promovido directa o indirectamente a dos mujeres al frente
de lo más selecto de la policía francesa. Mireille Ballestrazzi, de 59 años,
presidenta de Interpol desde hace un año –la primera mujer que ha ocupado el
cargo desde la creación de este organismo internacional en 1923– ha sido
nombrada esta semana directora central de la Policía Judicial, al frente de una
vasta y experimentada plantilla de 5.000 investigadores. Su designación no es
un caso aislado. Desde junio del 2012, otra mujer, Sophie Hatt, de 46 años,
asume la responsabilidad de dirigir el Grupo de Seguridad de la Presidencia de
la República (GSPR), un equipo de 62 agentes de los que depende directamente la
seguridad del inquilino del Elíseo.
Al igual que a la ex titular de la cartera de Defensa
Michèlle Alliot-Marie, que quería que la llamaran “señora el ministro” (Madame le
ministre), a Mireille Ballestrazzi no le gusta que le llamen
“directora”, prefiere el uso común de “director”. Masculina como es la lengua
francesa, el mantenimiento del trato se ha convertido para muchas mujeres en un
signo de igualdad, como si la feminización del cargo supusiera una especie de
degradación. El feminismo de Ballestrazzi, como el de tantas mujeres, no es
tanto de palabras como de hechos.
La hoy directora de la Policía Judicial ha sido una pionera.
Nacida el 2 de septiembre de 1954 en Orange (Vaucluse), hija de un coronel del
ejército francés, fue una de las primeras mujeres en poder estudiar en la
Escuela Nacional Superior de Policía, hasta mediados de los años setenta un
reducto masculino. En su promoción –la primera, en 1976– sólo eran ocho
mujeres. De la siguiente saldría la única mujer que ha dirigido la Policía
Judicial antes que ella: Martine Monteil, directora entre 2004 y 2008 con
Jacques Chirac. Las bromas machistas que tuvieron que soportar durante años se
han convertido hoy en un respeto unánime.
“Es una gran policía, forma parte de esas mujeres que honran
a la policía francesa”, dijo de ella el ministro del Interior, Manuel Valls
–quien ha firmado ahora su nuevo ascenso–, cuando en noviembre del 2012 fue
elegida sin contestación presidenta de Interpol. En aquel momento era la
subdirectora de la Policía Judicial. Hoy es la patrona absoluta.
Casada y con dos hijos, Mireille Ballestrazzi se ha fogueado
en todos los frentes. Con sólo 24 años, asumió la dirección del grupo de
represión del bandidismo de Burdeos y a los 33 fue puesta al frente de la
Oficina central de represión del robo de objetos de arte, donde consiguió
algunos brillantes éxitos: en 1987 logró recuperar en Japón cuatro pinturas de
Jean-Baptiste Corot que habían sido robadas tres años antes en el museo
municipal de Semur-en-Auxois (Côte-d’Or). Poco tiempo después recuperó asimismo
en Córcega nueve cuadros de pintores impresionistas –entre ellos, un Manet–
robados en el Museo Marmottan de París.
Tras esta experiencia, dirigiría la policía judicial de
Córcega, en un momento especialmente activo de los grupos terroristas y de las
bandas mafiosas de la isla, y el servicio de represión de la delincuencia
económica y financiera. A finales de los años noventa accedió al cuartel
general de la PJ.
Con muchos menos agentes bajo su mando pero una
responsabilidad superlativa, la comisaria Sophie Hatt garantiza desde junio del
año pasado la seguridad del presidente, puesto nunca ocupado hasta ahora por
una mujer y para el que la eligió Hollande personalmente. Casada con un policía
y madre de tres hijos, ella también está cansada de las suspicacias masculinas
y de la eterna pregunta sobre cómo compatibiliza su trabajo y la vida familiar.
Nacida en septiembre de 1967 en Neuilly-sur-Seine (Altos de
Sena), hija de un dentista y una profesora, Sophie Hatt siempre soñó con ser
policía, que asimilaba a “la aventura y la acción”. Y una vez acabada la
carrera de Derecho ingresó en la escuela de Policía. Comisaria en 1993, fue
destinada inicialmente en Córcega y luego en París, antes de asumir en el 2000
la dirección del Grupo de Seguridad del Primer Ministro, con Lionel Jospin en
Matignon. Su experiencia en este terreno –que incluye un delicado momento,
cuando Jospin fue apedreado por estudiantes palestinos en Ramallah– es la que
la ha conducido ahora a Elíseo.
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