sábado, 14 de diciembre de 2013

Los ángeles de Hollande

Ninguna de las dos dirige –aún– la Policía Nacional francesa, cargo reservado todavía a un hombre, pero ambas están al frente de dos de los puestos más importantes de las fuerzas de seguridad. Desde su elección como presidente de la República, François Hollande ha promovido directa o indirectamente a dos mujeres al frente de lo más selecto de la policía francesa. Mireille Ballestrazzi, de 59 años, presidenta de Interpol desde hace un año –la primera mujer que ha ocupado el cargo desde la creación de este organismo internacional en 1923– ha sido nombrada esta semana directora central de la Policía Judicial, al frente de una vasta y experimentada plantilla de 5.000 investigadores. Su designación no es un caso aislado. Desde junio del 2012, otra mujer, Sophie Hatt, de 46 años, asume la responsabilidad de dirigir el Grupo de Seguridad de la Presidencia de la República (GSPR), un equipo de 62 agentes de los que depende directamente la seguridad del inquilino del Elíseo.

Al igual que a la ex titular de la cartera de Defensa Michèlle Alliot-Marie, que quería que la llamaran “señora el ministro” (Madame le ministre), a Mireille Ballestrazzi no le gusta que le llamen “directora”, prefiere el uso común de “director”. Masculina como es la lengua francesa, el mantenimiento del trato se ha convertido para muchas mujeres en un signo de igualdad, como si la feminización del cargo supusiera una especie de degradación. El feminismo de Ballestrazzi, como el de tantas mujeres, no es tanto de palabras como de hechos.

La hoy directora de la Policía Judicial ha sido una pionera. Nacida el 2 de septiembre de 1954 en Orange (Vaucluse), hija de un coronel del ejército francés, fue una de las primeras mujeres en poder estudiar en la Escuela Nacional Superior de Policía, hasta mediados de los años setenta un reducto masculino. En su promoción –la primera, en 1976– sólo eran ocho mujeres. De la siguiente saldría la única mujer que ha dirigido la Policía Judicial antes que ella: Martine Monteil, directora entre 2004 y 2008 con Jacques Chirac. Las bromas machistas que tuvieron que soportar durante años se han convertido hoy en un respeto unánime.

“Es una gran policía, forma parte de esas mujeres que honran a la policía francesa”, dijo de ella el ministro del Interior, Manuel Valls –quien ha firmado ahora su nuevo ascenso–, cuando en noviembre del 2012 fue elegida sin contestación presidenta de Interpol. En aquel momento era la subdirectora de la Policía Judicial. Hoy es la patrona absoluta.

Casada y con dos hijos, Mireille Ballestrazzi se ha fogueado en todos los frentes. Con sólo 24 años, asumió la dirección del grupo de represión del bandidismo de Burdeos y a los 33 fue puesta al frente de la Oficina central de represión del robo de objetos de arte, donde consiguió algunos brillantes éxitos: en 1987 logró recuperar en Japón cuatro pinturas de Jean-Baptiste Corot que habían sido robadas tres años antes en el museo municipal de Semur-en-Auxois (Côte-d’Or). Poco tiempo después recuperó asimismo en Córcega nueve cuadros de pintores impresionistas –entre ellos, un Manet– robados en el Museo Marmottan de París.
Tras esta experiencia, dirigiría la policía judicial de Córcega, en un momento especialmente activo de los grupos terroristas y de las bandas mafiosas de la isla, y el servicio de represión de la delincuencia económica y financiera. A finales de los años noventa accedió al cuartel general de la PJ.

Con muchos menos agentes bajo su mando pero una responsabilidad superlativa, la comisaria Sophie Hatt garantiza desde junio del año pasado la seguridad del presidente, puesto nunca ocupado hasta ahora por una mujer y para el que la eligió Hollande personalmente. Casada con un policía y madre de tres hijos, ella también está cansada de las suspicacias masculinas y de la eterna pregunta sobre cómo compatibiliza su trabajo y la vida familiar.

Nacida en septiembre de 1967 en Neuilly-sur-Seine (Altos de Sena), hija de un dentista y una profesora, Sophie Hatt siempre soñó con ser policía, que asimilaba a “la aventura y la acción”. Y una vez acabada la carrera de Derecho ingresó en la escuela de Policía. Comisaria en 1993, fue destinada inicialmente en Córcega y luego en París, antes de asumir en el 2000 la dirección del Grupo de Seguridad del Primer Ministro, con Lionel Jospin en Matignon. Su experiencia en este terreno –que incluye un delicado momento, cuando Jospin fue apedreado por estudiantes palestinos en Ramallah– es la que la ha conducido ahora a Elíseo.


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