Tres inolvidables
conciertos en el Grand Rex, una inusual condecoración como caballero de la
Legión de Honor y una no menos infrecuente imputación judicial por los
presuntos delitos de injurias e incitación al odio... No se puede decir que la
estancia de Bob Dylan en París, el pasado mes de noviembre, haya pasado
desapercibida. El origen de los problemas judiciales de quien el presidente
Barack Obama calificara como “el músico americano más grande de la Historia”
está en unas declaraciones que el cantautor, de 72 años, realizó a finales del 2012 a la revista Rolling Stone y que han sido percibidas como calumniosas
por la comunidad croata en Francia.
¿Escuchaban los croatas a Bob Dylan en los años sesenta,
cuando el músico estadounidense cantaba contra la guerra de Vietnam y en favor
de los derechos civiles de los negros norteamericanos? En la época de Tito no
debía ser muy fácil. En todo caso, los croatas que hoy viven en Francia le
leen. Y lo que leyeron hace una año en Rolling Stone no les
gustó nada. Hablando de la pervivencia del racismo en Estados Unidos, Dylan
señaló: “Si usted tiene un esclavista o un miembro del Ku Klux Klan en su
sangre, los negros pueden percibirlo. Incluso todavía hoy. Lo mismo que los
judíos pueden percibir la sangre nazi y los serbios, la sangre croata”.
Bob Dylan aludía aquí, sin duda, no a la guerra de la ex
Yugoslavia de los años noventa, sino a la actuación del régimen pronazi que
gobernó Croacia durante la Segunda Guerra Mundial y que causó la muerte de
cientos de miles de serbios, judíos, gitanos y opositores en campos de
concentración. Dylan, cuyo verdadero nombre es Robert Zimmerman, nació en el
seno de una familia judía de origen ucraniano y lituano, aunque a finales de
los setenta se convirtió al cristianismo.
El Consejo representativo de la comunidad y las
instituciones croatas en Francia (Criccf) consideró que las declaraciones del
artista, publicadas en octubre del 2012 en la edición francesa de Rolling Stone, eran injuriosas para su comunidad y
alimentaban el odio entre serbios y croatas, y en diciembre presentó una
demanda. La justicia francesa la admitió a trámite, como es usual en estos
casos, y el mes pasado aprovechó la presencia de Dylan en París para tomarle
declaración y comunicarle su imputación. En principio, el caso deberá ser
juzgado en una fecha todavía por determinar por la sala 17 del Tribunal de Gran
Instancia de París, encargada de los asuntos de prensa. Como coacusado está
también el editor francés de Rolling Stone.
El abogado del Crifcc, Ivan Jurasinovic, señaló a la agencia
France Presse que su entidad, más que una condena judicial, desearía que Bob
Dylan pidiera disculpas públicas. Por el momento, ni el cantante ni su casa de
discos, Sony Music, han querido hacer comentarios al respecto.
La estancia de Bob Dylan en Francia pudo haber sido todavía
más accidentada, puesto que –según reveló el semanario Le Canard
Enchaîné–, la Gran Cancillería de la Legión de Honor se había
opuesto a la condecoración del músico por sus posturas abiertamente
antibelicistas y por haber fumado marihuana... En todo caso, su principal
mérito, a ojos de la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti, era precisamente
haber “encarnado la fuerza subversiva de la cultura”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario